Apocalipsis 14 - Reina Valera 1865El cántico de los 144 mil1. Y MIRÉ, y, he aquí, el Cordero estaba en pié sobre el monte de Sión, y con él ciento y cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes. 2. Y oí una voz del cielo como ruido de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y oí una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas; 3. Y cantaban como una canción nueva delante del trono, y delante de los cuatro animales, y de los ancianos; y ninguno podía aprender la canción, sino aquellos ciento y cuarenta y cuatro mil, los cuales fueron comprados de entre los de la tierra. 4. Estos son los que con mujeres no fueron contaminados; porque son vírgenes. Estos siguen al Cordero por donde quiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios, y para el Cordero. 5. Y en su boca no ha sido hallado engaño; porque ellos son sin mácula delante del trono de Dios. El mensaje de los tres ángeles6. Y ví otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno, para que evangelizase a los que moran en la tierra, y a toda nación, y tribu, y lengua, y pueblo, 7. Diciendo a alta voz: Teméd a Dios, y dádle gloria; porque la hora de su juicio es venida; y adorád al que ha hecho el cielo, y la tierra, y la mar, y las fuentes de las aguas. 8. Y otro ángel le siguió, diciendo: Ya es caida: ya es caida Babilonia, aquella gran ciudad, porque ella ha dado a beber a todas las naciones del vino de la ira de su fornicación. 9. Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora a la bestia, y a su imágen, y toma la señal en su frente, o en su mano, 10. Este tal beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero. 11. Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran a la bestia, y a su imágen, no tienen reposo día y noche, y ni quienquiera que tomare la señal de su nombre. 12. Aquí está la paciencia de los santos: aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fé de Jesús. 13. Y oí una voz del cielo, que me decía: Escribe: Bienaventurados son los muertos, que de aquí adelante mueren en el Señor: Sí, dice el Espíritu, que descansan de sus trabajos, y sus obras los siguen. La tierra es segada14. Y miré, y he aquí una nube blanca, y sobre la nube uno asentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguzada. 15. Y otro ángel salió del templo, clamando con alta voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar te es venida, porque la mies de la tierra está madura. 16. Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y la tierra fué segada. 17. Y salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguzada. 18. Y otro ángel salió del altar, el cual tenía poder sobre el fuego, y clamó con gran voz al que tenía la hoz aguzada, diciendo: Mete tu hoz aguzada, y vendimia los racimos de la vid de la tierra; porque sus uvas están cumplidamente maduras. 19. Y el ángel metió su hoz aguzada en la tierra, y vendimió la vid de la tierra, y echó la vendimia en el grande lagar de la ira de Dios. 20. Y el lagar fué pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos por mil y seiscientos estadios. |