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jueves, julio 18, 2024
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    Juan 11 - Reina Valera 1865

    Muerte de Lázaro

    1. ESTABA entónces enfermo un hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.

    2. (Era María la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus piés con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo.)

    3. Enviaron pues sus hermanas a él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo.

    4. Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino por gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

    5. Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.

    6. Como oyó, pues, que estaba enfermo, entónces a la verdad se quedó dos dias en aquel lugar donde estaba.

    7. Luego después de esto dijo a sus discípulos: Vamos a Judea otra vez.

    8. Dícenle sus discípulos: Rabbi, ahora poco procuraban los Judíos apedrearte, ¿y vas otra vez allá?

    9. Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anduviere de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.

    10. Mas el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en él.

    11. Dicho esto, díceles después: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a despertarle del sueño.

    12. Dijéronle entónces sus discípulos: Señor, si duerme, bueno estará.

    13. Mas esto decía Jesús de la muerte de él; y ellos pensaron que hablaba de dormir de sueño.

    14. Entónces pues Jesús les dijo claramente: Lázaro es muerto;

    15. Y huélgome por vosotros, que yo no haya estado allí, porque creais; mas vamos a él.

    16. Dijo entónces Tomás, el que se llama Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.

    Jesús, la resurrección y la vida

    17. Vino pues Jesús, y hallólo, que había cuatro dias que estaba en el sepulcro.

    18. Betania estaba cerca de Jerusalem como quince estadios.

    19. Y muchos de los Judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas de su hermano.

    20. Entónces Marta, como oyó que Jesús venía, le salió a recibir; mas María estaba sentada en casa.

    21. Entónces Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto.

    22. Mas sé que también ahora, todo lo que pidieres a Dios, te lo dará Dios.

    23. Dícele Jesús: Resucitará tu hermano.

    24. Marta le dice: Yo sé que resucitará en la resurrección en el día postrero.

    25. Dícele Jesús: Yo soy la resurrección, y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá;

    26. Y todo aquel que vive, y cree en mi no morirá eternamente. ¿Crees esto?

    27. Ella le dice: Sí, Señor, yo he creido que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que había de venir al mundo.

    Jesús llora ante la tumba de Lázaro

    28. Y esto dicho, se fué, y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí, y te llama.

    29. Ella, como lo oyó, se levanta prestamente, y viene a él.

    30. (Porque aun no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había salido a recibir.)

    31. Entónces los Judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, como vieron que María se había levantado prestamente, y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.

    32. Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, derribóse a sus piés, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.

    33. Jesús entónces como la vió llorando, y a los Judíos que habían venido juntamente con ella llorando, gimió en espíritu, y se turbó,

    34. Y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Dícenle: Señor, ven, y lo verás.

    35. Jesús lloraba.

    36. Dijeron entónces los Judíos: ¡He aquí como le amaba!

    37. Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos del ciego, hacer que éste no muriera?

    Resurrección de Lázaro

    38. Y Jesús, gimiendo otra vez en sí mismo, vino al sepulcro, que era una cueva, la cual tenía una piedra puesta encima.

    39. Dice Jesús: Quitád la piedra. Marta, la hermana del que había sido muerto, le dice: Señor, hiede ya; que es muerto de cuatro dias.

    40. Jesús le dice: ¿No te he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios?

    41. Entónces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto; y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy porque me has oido.

    42. Y yo sabía que siempre me oyes; mas por causa del pueblo que está al rededor lo dije, para que crean que tú me has enviado.

    43. Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera.

    44. Entónces el que había sido muerto, salió, atadas las manos y los piés con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Díceles Jesús: Desatádle, y dejádle ir.

    El complot para matar a Jesús

    45. Entónces muchos de los Judíos que habían venido a María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

    46. Mas algunos de ellos fueron a los Fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho.

    47. Entónces los príncipes de los sacerdotes, y los Fariseos juntaron concilio, y decían: ¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchos milagros.

    48. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los Romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación.

    49. Entónces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada,

    50. Ni consideráis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda.

    51. Mas esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

    52. Y no solamente por aquella nación, mas también para que juntase en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

    53. Así que desde aquel día consultaban juntos para matarle.

    54. De manera que Jesús ya no andaba manifiestamente entre los Judíos; mas se fué de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraim; y estábase allí con sus discípulos.

    55. Y la páscua de los Judíos estaba cerca; y muchos de la tierra subieron a Jerusalem ántes de la páscua para purificarse.

    56. Y buscaban a Jesús, y hablaban los unos con los otros estando en el templo: ¿Qué os parece, que no vendrá a la fiesta?

    57. Mas los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos habían dado mandamiento, que si alguno supiese donde estuviera, que lo manifestase, para que le prendiesen.