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    Juan 4 - Reina Valera 1865

    Jesús y la mujer samaritana

    1. COMO, pues, el Señor entendió que los Fariseos habían oido que Jesús hacía discípulos, y bautizaba más que Juan,

    2. (Aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos,)

    3. Dejó a Judea, y se fué otra vez a Galilea.

    4. Y era menester que pasase por Samaria.

    5. Vino pues a una ciudad de Samaria que se llama Sicar, junto a la heredad que Jacob dió a José su hijo.

    6. Y estaba allí el pozo de Jacob. Jesús, pues, cansado del camino, se sentó así sobre el pozo. Era como la hora de sexta.

    7. Viene una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dice: Dáme de beber.

    8. (Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.)

    9. Y la mujer Samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo Judío, me demandas a mí de beber, que soy mujer Samaritana? Porque los Judíos no se tratan con los Samaritanos.

    10. Respondió Jesús, y le dijo: Si conocieses el don de Dios, y quien es el que te dice: Dáme de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva.

    11. La mujer le dice: Señor, no tienes con que sacarla, y el pozo es hondo: ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?

    12. ¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dió este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados?

    13. Respondió Jesús, y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

    14. Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; mas el agua que yo le daré, será en él pozo de agua, que salte para vida eterna.

    15. La mujer le dice: Señor, dáme esta agua, para que yo no tenga sed, ni venga acá a sacarla.

    16. Jesús le dice: Vé, llama a tu marido, y ven acá.

    17. Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Dícele Jesús: Bien has dicho: No tengo marido;

    18. Porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes, no es tu marido: esto has dicho con verdad.

    19. Dícele la mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta.

    20. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís, que en Jerusalem es el lugar donde es menester adorar.

    21. Dícele Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalem adoraréis al Padre.

    22. Vosotros adoráis lo que no sabéis: nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación de los Judíos es.

    23. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales busca que le adoren.

    24. Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es menester que le adoren.

    25. Dícele la mujer: Yo sé que el Mesías ha de venir, el cual es llamado, el Cristo: cuando él viniere, nos declarará todas las cosas.

    26. Dícele Jesús: Yo soy, que hablo contigo.

    27. Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con la mujer; mas ninguno le dijo: ¿Qué preguntas, o, qué hablas con ella?

    28. Entónces la mujer dejó su cántaro, y fué a la ciudad, y dijo a los hombres:

    29. Veníd, ved un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho: ¿si es quizá el Cristo?

    30. Entónces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

    31. Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabbi, come.

    32. Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.

    33. Entónces los discípulos decían el uno al otro: ¿Le ha traido alguien de comer?

    34. Díceles Jesús: Mi comida es, que yo haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.

    35. ¿No decís vosotros, que aun hay cuatro meses hasta la siega? He aquí, yo os digo: Alzád vuestros ojos, y mirád las regiones; porque ya están blancas para la siega.

    36. Y el que siega recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega.

    37. Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega.

    38. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis: otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.

    39. Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Me dijo todo cuanto he hecho.

    40. Mas viniendo los Samaritanos a él, le rogaron que se quedase allí; y se quedó allí dos dias.

    41. Y creyeron muchos más por la palabra de él.

    42. Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos le hemos oido; y sabemos, que verdaderamente éste es el Cristo, el Salvador del mundo.

    Jesús sana al hijo de un noble

    43. Y dos dias después salió de allí, y se fué a Galilea.

    44. Porque el mismo Jesús dió testimonio: Que el profeta en su tierra no tiene honra.

    45. Y como vino a Galilea, los Galileos le recibieron, vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalem en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.

    46. Vino pues Jesús otra vez a Cana de Galilea, donde había hecho el vino del agua. Y había un cierto cortesano, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaum.

    47. Este, como oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fué a él, y le rogaba que descendiese, y sanase su hijo; porque se comenzaba a morir.

    48. Entónces Jesús le dijo: Si no viereis señales y maravillas, no creeréis.

    49. El cortesano le dijo: Señor, desciende ántes que mi hijo muera.

    50. Dícele Jesús: Vé, tu hijo vive. Creyó el hombre a la palabra que Jesús le dijo, y se fué.

    51. Y como él iba ya descendiendo, sus criados le salieron a recibir, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive.

    52. Entónces él les preguntó a qué hora comenzó a estar mejor; y le dijeron: Ayer a la sétima hora le dejó la fiebre.

    53. El padre entónces entendió, que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó él, y toda su casa.

    54. Este segundo milagro volvió Jesús a hacer cuando vino de Judea a Galilea.