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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 15 - Reina Valera 1865

    Parábola de la oveja perdida

    1. Y SE llegaban a él todos los publicanos, y pecadores a oirle.

    2. Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.

    3. Y él les propuso esta parábola, diciendo:

    4. ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y vá a buscar la que se perdió, hasta que la halle?

    5. Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso;

    6. Y viniendo a casa, junta a sus amigos, y a sus vecinos, diciéndoles: Dádme el parabién; porque he hallado mi oveja que se había perdido.

    7. Os digo, que así habrá más gozo en el cielo sobre un pecador que se arrepiente, que sobre noventa y nueve justos, que no han menester arrepentirse.

    Parábola de la moneda perdida

    8. ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere la una dracma, no enciende luz, y barre la casa, y busca con diligencia, hasta hallarla?

    9. Y cuando la hubiere hallado, junta sus amigas, y sus vecinas, diciendo: Dadme el parabién; porque he hallado la dracma que había perdido.

    10. Así os digo, que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

    Parábola del hijo pródigo

    11. También dijo: Un hombre tenía dos hijos;

    12. Y el más mozo de ellos dijo a su padre: Padre, dáme la parte de la hacienda que me pertenece. Y él les repartió su hacienda.

    13. Y después de no muchos dias, juntándolo todo el hijo más mozo, se partió léjos, a una tierra apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente.

    14. Y después que lo hubo todo gastado, vino una grande hambre en aquella tierra; y comenzóle a faltar.

    15. Y fué, y se llegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a sus campos, para que apacentase los puercos.

    16. Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas nadie se las daba.

    17. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

    18. Me levantaré, e iré a mi padre, y le diré: Padre, pecado he contra el cielo, y contra tí:

    19. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo: házme como a uno de tus jornaleros.

    20. Y levantándose, vino a su padre. Y como aun estuviese léjos, le vió su padre, y fué movido a misericordia; y corriendo a él, se derribó sobre su cuello, y le besó.

    21. Y el hijo le dijo: Padre, pecado he contra el cielo, y contra tí: ya no soy digno de ser llamado tu hijo.

    22. Mas el padre dijo a sus siervos: Sacád el principal vestido, y vestídle; y ponéd anillo en su mano, y zapatos en sus piés;

    23. Y traéd el becerro grueso, y matádle; y comamos, y hagamos banquete;

    24. Porque éste mi hijo muerto era, y ha revivido: se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a hacer banquete.

    25. Y su hijo el más viejo estaba en el campo, el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas;

    26. Y llamando a uno de los siervos, le preguntó qué era aquello.

    27. Y él le dijo: Tu hermano es venido; y tu padre ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo.

    28. Entónces él se enojó, y no quería entrar. El padre entónces saliendo, le rogaba que entrase.

    29. Mas él respondiendo, dijo a su padre: He aquí, tantos años ha que te sirvo, que nunca he traspasado tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para que haga banquete con mis amigos;

    30. Mas después que vino éste tu hijo, que ha engullido tu hacienda con rameras, le has matado el becerro grueso.

    31. El entónces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas;

    32. Mas hacer banquete y holgarnos era menester; porque éste tu hermano muerto era, y revivió: se había perdido, y es hallado.