30.5 C
Miami
miércoles, julio 17, 2024
Más


    Lucas 19 - Reina Valera 1865

    Jesús y Zaqueo

    1. Y HABIENDO entrado Jesús, pasaba por Jericó.

    2. Y, he aquí, un varón llamado Zaqueo el cual era príncipe de los publicanos, y era rico.

    3. Y procuraba ver a Jesús quién fuese; mas no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura.

    4. Y corriendo delante, se subió en un árbol sicomoro, para verle; porque había de pasar por allí.

    5. Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando le vió, y le dijo: Zaqueo, dáte priesa, desciende; porque hoy es menester que pose en tu casa.

    6. Entónces él descendió apriesa, y le recibió gozoso.

    7. Y viendo esto todos, murmuraban, diciendo, que había entrado a posar con un hombre pecador.

    8. Entónces Zaqueo, puesto en pié, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo vuelvo con los cuatro tantos.

    9. Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto también él es hijo de Abraham.

    10. Porque el Hijo del hombre vino a buscar, y a salvar lo que se había perdido.

    Parábola de las diez minas

    11. Y oyendo ellos estas cosas, prosiguiendo él, dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem; y porque pensaban que luego había de ser manifestado el reino de Dios.

    12. Dijo pues: Un hombre noble se partió a una tierra léjos, a tomar para sí un reino, y volver.

    13. Y llamados diez siervos suyos, les dió diez minas, y les dijo: Negociád entre tanto que vengo.

    14. Empero sus ciudadanos le aborrecían; y enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.

    15. Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar a sí a aquellos siervos, a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.

    16. Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.

    17. Y él le dice: Está bien, buen siervo: pues que en lo poco has sido fiel, ten autoridad sobre diez ciudades.

    18. Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.

    19. Y asimismo a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.

    20. Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañizuelo.

    21. Porque tuve miedo de tí, pues que eres hombre severo: tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.

    22. Entónces él le dijo: Mal siervo, por tu boca te juzgo: sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;

    23. ¿Por qué pues no diste mi dinero al banco; y yo viniendo lo demandara con el logro?

    24. Y dijo a los que estaban presentes: Quitádle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.

    25. (Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.)

    26. Porque yo os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.

    27. Mas a aquellos mis enemigos, que no querían que yo reinase sobre ellos, traédlos acá, y degolládlos delante de mí.

    La entrada triunfal en Jerusalén

    28. Y dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalem.

    29. Y aconteció, que llegando cerca de Betfage, y de Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,

    30. Diciendo: Id a la aldea que está delante, en la cual como entraréis, hallaréis un pollino atado en el cual ningún hombre jamás se ha sentado: desatádle, y traédle acá.

    31. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué le desatáis? le diréis así: Porque el Señor le ha menester.

    32. Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron, como él les dijo.

    33. Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?

    34. Y ellos dijeron: Porque el Señor le ha menester.

    35. Y le trajeron a Jesús; y echando ellos sus ropas sobre el pollino, pusieron encima a Jesús.

    36. Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino.

    37. Y como llegasen ya cerca de la descendida del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,

    38. Diciendo: Bendito el rey que viene en nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en las alturas.

    39. Entónces algunos de los Fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.

    40. Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaren, las piedras clamarán.

    41. Y como llegó cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella,

    42. Diciendo: ¡Ah, si tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto a tus ojos.

    43. Porque vendrán dias sobre tí, que tus enemigos te cercarán con trinchera; y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho;

    44. Y te derribarán a tierra; y a tus hijos, los que están dentro de ti; y no dejarán en tí piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

    Purificación del templo

    45. Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él,

    46. Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

    47. Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los príncipes del pueblo procuraban matarle.

    48. Y no hallaban que hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.