Marcos 5 - Reina Valera 1865El endemoniado gadareno1. Y VINIERON a la otra parte de la mar a la provincia de los Gadarenos. 2. Y salido él de la nave, luego le salió al encuentro un hombre de los sepulcros con un espíritu inmundo, 3. Que tenía su morada en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar; 4. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar. 5. Y siempre de día y de noche andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. 6. Y como vió a Jesús de léjos, corrió, y le adoró; 7. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8. Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9. Y le preguntó: ¿ Cómo te llamas? Y respondió, diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 10. Y le rogaba mucho que no los echase fuera de aquel país. 11. Y estaba allí cerca de los montes una grande manada de puercos paciendo. 12. Y le rogaron todos aquellos demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos. 13. Y les permitió luego Jesús; y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos; y la manada se precipitó con impetuosidad por un despeñadero en la mar, y eran como dos mil, y se ahogaron en la mar. 14. Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver que era aquello que había acontecido. 15. Y vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, sentado, y vestido, y en seso el que había tenido la legión; y tuvieron temor. 16. Y les contaron los que lo habían visto, como había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos. 17. Y comenzaron a rogarle que se fuese de los términos de ellos. 18. Y entrando él en la nave, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él. 19. Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Véte a tu casa a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y como ha tenido misericordia de tí. 20. Y se fué, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban. La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús21. Y pasando otra vez Jesús en una nave a la otra parte, se juntó a él una gran multitud; y estaba junto a la mar. 22. Y vino uno de los príncipes de la sinagoga llamado Jairo; y como le vió, se postró a sus piés, 23. Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está a la muerte: Ven y pon las manos sobre ella, para que sea sana, y vivirá. 24. Y fué con él, y le seguía mucha gente, y le apretaban. 25. Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 26. Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, ántes le iba peor, 27. Como oyó hablar de Jesús, vino entre el gentío por detrás, y tocó su vestido. 28. Porque decía: Si yo tocare tan solamente su vestido, quedaré sana. 29. Y luego la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30. Y Jesús luego conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose hacia el gentío, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31. Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32. Y él miraba al rededor por ver a la que había hecho esto. 33. Entónces la mujer temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino, y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34. Y él le dijo: Hija, tu fé te ha hecho sana; vé en paz, y queda sana de tu azote. 35. Hablando aun él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta: ¿para qué fatigas más al Maestro? 36. Mas Jesús luego, en oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas: cree solamente. 37. Y no permitió que alguno viniese tras él, sino Pedro, y Santiago, y Juan hermano de Santiago. 38. Y vino a casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, y los que lloraban y gemían mucho. 39. Y entrado, les dice: ¿Por qué os alborotáis, y lloráis: La jóven no es muerta, sino que duerme. 40. Y hacían burla de él; mas él, echados fuera todos, toma al padre y a la madre de la jóven, y a los que estaban con él, y entra donde estaba la jóven echada. 41. Y tomando la mano de la jóven, le dice: Talitha cumi; que quiere decir: Jóven, a tí digo, levántate. 42. Y luego la jóven se levantó, y andaba; porque era de doce años: y se espantaron de grande espanto. 43. Mas él les encargó estrechamente que nadie lo supiese; y dijo que diesen de comer a la jóven. |