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jueves, julio 18, 2024
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    Mateo 18 - Reina Valera 1865

    ¿Quién es el mayor?

    1. EN aquel tiempo se llegaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?

    2. Y llamando Jesús a un niño, le puso en medio de ellos,

    3. Y dijo: De cierto os digo, que sino os convirtiereis, y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

    4. Así que cualquiera que se humillare, como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos.

    5. Y cualquiera que recibiere a un tal niño en mi nombre, a mí recibe.

    Ocasiones de caer

    6. Y cualquiera que ofendiere a alguno de estos pequeños, que creen en mí, mejor le sería que le fuera colgada del cuello una piedra de molino de asno, y que fuese anegado en el profundo de la mar.

    7. ¡Ay del mundo por los escándalos! porque necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre, por el cual viene el escándalo!

    8. Por tanto, si tu mano o tu pié te fuere ocasión de caer, córtalos y échalos de tí: mejor te es entrar cojo o manco a la vida, que teniendo dos manos o dos piés ser echado al fuego eterno.

    9. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácale, y échale de tí; que mejor te es entrar con un ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado al fuego del infierno.

    Parábola de la oveja perdida

    10. Mirád no tengáis en poco a alguno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre, que está en los cielos.

    11. Porque el Hijo del hombre es venido para salvar lo que se había perdido.

    12. ¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se perdiese una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, a buscar la que se había perdido?

    13. Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que más se goza de aquella, que de las noventa y nueve que no se perdieron.

    14. Así no es la voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.

    Cómo se debe perdonar al hermano

    15. Por tanto si tu hermano pecare contra tí, vé, y redargúyele entre tí y él solo: si te oyere, ganado has a tu hermano.

    16. Mas, si no te oyere, toma aun contigo uno o dos, para que en boca de dos o de tres testigos conste toda palabra.

    17. Y si no oyere a ellos, dílo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia ténle por un gentil, y un publicano.

    18. De cierto os digo, que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo.

    19. Dígoos además, que si dos de vosotros convinieren sobre la tierra, tocante a cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre, que está en los cielos.

    20. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

    21. Entónces Pedro llegandose a él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete?

    22. Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.

    Los dos deudores

    23. Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos.

    24. Y comenzando a hacer cuentas, le fué presentado uno que le debía diez mil talentos.

    25. Mas a éste, no pudiendo pagar, mandó su señor vender a él, y a su mujer, e hijos, con todo lo que tenía, y pagar.

    26. Entónces aquel siervo postrado le rogaba, diciendo: Señor, deten la ira para conmigo, y todo te lo pagaré.

    27. El señor de aquel siervo movido a misericordia, le soltó, y le perdonó la deuda.

    28. Y saliendo aquel siervo, halló a uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; y trabándo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes.

    29. Entónces su compañero, postrándose a sus piés, le rogaba, diciendo: Deten la ira para conmigo, y todo te lo pagaré.

    30. Mas él no quiso, sino fué, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda.

    31. Y viendo sus compañeros lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo declararon a su señor todo lo que había pasado.

    32. Entónces llamándole su señor, le dice: Mal siervo, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste:

    33. ¿No te convenía también a tí tener misericordia de tu compañero, como también yo tuve misericordia de tí?

    34. Entónces su señor enojado le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.

    35. Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas.