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lunes, julio 1, 2024
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    Mateo 8 - Reina Valera 1977

    Jesús sana a un leproso

    1. Cuando descendió Jesús del monte, le seguían grandes multitudes.

    2. Y en esto se le acercó un leproso que se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres puedes limpiarme.

    3. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.

    4. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

    Jesús sana al siervo de un centurión

    5. Entrando Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión, rogándole,

    6. y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, terriblemente atormentado.

    7. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.

    8. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dilo de palabra, y quedará sanado mi criado.

    9. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace.

    10. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

    11. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;

    12. pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.

    13. Entonces Jesús dijo al centurión: Vete, y como creíste, te sea hecho. Y fue sanado su criado en aquella misma hora.

    Jesús sana a la suegra de Pedro

    14. Habiendo entrado Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre.

    15. Le tocó la mano, y la dejó la fiebre; y ella se levantó, y les servía.

    16. Y caída la tarde, le presentaron muchos endemoniados; y con su palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;

    17. para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo: Tomó él mismo nuestras enfermedades, y cargó con nuestras dolencias.

    Los que querían seguir a Jesús

    18. Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado.

    19. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.

    20. Jesús le dijo: Las raposas tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

    21. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.

    22. Jesús le dijo: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

    Jesús calma la tempestad

    23. Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.

    24. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.

    25. Y se acercaron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!

    26. Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y sobrevino gran calma.

    27. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué clase de hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

    Los endemoniados gadarenos

    28. Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de entre los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.

    29. Y clamaron diciendo: ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?

    30. Estaba paciendo a cierta distancia de ellos una piara de muchos cerdos.

    31. Y los demonios le rogaban diciendo: Si nos echas fuera, envíanos a la piara de los cerdos.

    32. Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a los cerdos; y he aquí que toda la piara se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas.

    33. Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo de los endemoniados.

    34. Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se retirara de sus contornos.