32.5 C
Miami
miércoles, julio 17, 2024
Más


    1 Corintios 4 - Reina Valera 1995

    El ministerio de los apóstoles

    1. Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios[1] de Dios.

    2. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel.

    3. En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo!

    4. Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.[2]

    5. Así que no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones. Entonces, cada uno recibirá su alabanza de Dios.

    6. Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor a vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito,[3] no sea que por causa de uno os envanezcáis unos contra otros,[4]

    7. porque ¿quién te hace superior? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?[5]

    8. Ya estáis saciados, ya sois ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinarais, para que nosotros reináramos también juntamente con vosotros!,[6]

    9. porque, según pienso, Dios nos ha puesto a nosotros los apóstoles en el último lugar, como a sentenciados a muerte. ¡Hemos llegado a ser un espectáculo[7] para el mundo, para los ángeles y para los hombres!

    10. Nosotros somos insensatos por causa de Cristo, y vosotros sois prudentes en Cristo; nosotros débiles, y vosotros fuertes; vosotros sois honorables, y nosotros despreciados.[8]

    11. Hasta el día de hoy padecemos hambre y tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos lugar fijo donde vivir.[9]

    12. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos;[10] nos maldicen, y bendecimos;[11] padecemos persecución, y la soportamos.

    13. Nos difaman, y respondemos con bondad; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.

    14. No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados.

    15. Aunque tengáis diez mil maestros[12] en Cristo, no tendréis muchos padres, pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.

    16. Por tanto, os ruego que me imitéis.[13]

    17. Por esto mismo os he enviado a Timoteo,[14] que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias.

    18. Algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiera de ir a vosotros.

    19. Pero iré pronto a visitaros,[15] si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos,

    20. pues el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.[16]

    21. ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara,[17] o con amor y espíritu de mansedumbre?