1 Corintios 8 - Reina Valera 1995Lo sacrificado a los ídolos1. [1] En cuanto a lo sacrificado a los ídolos,[2] sabemos que todos tenemos el debido conocimiento.[3] El conocimiento envanece, pero el amor edifica.[4] 2. Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debería saberlo. 3. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.[5] 4. Acerca, pues, de los alimentos que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo,[6] y que no hay más que un Dios.[7] 5. Aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6. para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos;[8] y un Señor, Jesucristo, por medio del cual han sido creadas todas las cosas y por quien nosotros también existimos.[9] 7. Pero no en todos hay este conocimiento, pues algunos, habituados hasta aquí a la idolatría, comen como si el alimento fuera sacrificado a ídolos, y su conciencia, que es débil, se contamina, 8. si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios, pues ni porque comamos seremos más, ni porque no comamos seremos menos.[10] 9. Pero procurad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles,[11] 10. porque si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar dedicado a los ídolos,[12] la conciencia de aquel, que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? 11. Y así, por tu conocimiento, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. 12. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. 13. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.[13] |