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miércoles, julio 17, 2024
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    Eclesiastés 8 - Reina Valera 1995

    1. ¿Quién como el sabio? ¿Quién como el que sabeinterpretar las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro y cambia la tosquedad de su semblante.[1]

    2. Te aconsejo que guardesel mandamiento del rey, por el juramento que pronunciaste delante de Dios.

    3. No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiera,

    4. pues la palabra del rey es soberana y nadie le dirá: "¿Qué haces?"

    5. El que guarda el mandamientono conocerá el mal; el corazón del sabio disciernecuándo y cómo cumplirlo.

    6. Porque para todo lo que quierashay un tiempo y un cómo, aunque el gran mal que pesasobre el hombre

    7. es no saber lo que ha de ocurrir; y el cuándo haya de ocurrir,¿quién se lo va a anunciar?[2]

    8. No hay hombre que tenga potestadsobre el aliento de vida para poder conservarlo, ni potestad sobre el día de la muerte. Y no valen armas en tal guerra, ni la maldad librará al malvado.[3]

    9. Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que se hace debajo del sol, cuando el hombre se enseñorea del hombre para hacerle mal.

    Desigualdades de la vida

    10. Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honores; en cambio, los que frecuentaban el Lugar santo fueron luego olvidados en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad.[4]

    11. Si no se ejecuta enseguida la sentencia para castigar una mala obra, el corazón de los hijos de los hombres se dispone a hacer lo malo.

    12. Ahora bien, aunque el pecador haga cien veces lo malo, y sus días se prolonguen, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia,

    13. y que no le irá bien al malvado, ni le serán prolongados sus días, que son como sombra;[5] por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.

    14. Hay vanidad que se hace sobre la tierra, pues hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de malvados, y hay malvados a quienes acontece como si hicieran obras de justos.[6] Digo que esto también es vanidad.[7]

    15. Por tanto, alabé yo la alegría, pues no tiene el hombre más bien debajo del sol que comer, beber y alegrarse; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.[8]

    16. Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día retiene el sueño en sus ojos);

    17. y he visto todas las obras de Dios, y que el hombre no puede conocer toda la obra que se hace debajo del sol. Por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; y aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.