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sábado, agosto 17, 2024
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    Ezequiel 9 - Reina Valera 1995

    Visión de la muerte de los culpables

    1. Entonces clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: "¡Los verdugos de la ciudad han llegado y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir!"

    2. Y seis hombres[1] venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Entre ellos había un varón vestido de lino,[2] el cual traía a su cintura un tintero de escribano.[3] Al entrar, se detuvieron junto al altar de bronce.

    3. La gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, hacia el umbral de la casa. Y llamó Jehová al hombre vestido de lino que tenía a su cintura el tintero de escribano,

    4. y le dijo Jehová: "Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal[4] en la frente a los hombres que gimen y claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella".[5]

    5. A los otros dijo, oyéndolo yo: "Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no miren con piedad vuestros ojos, no tengáis compasión.

    6. Matad a viejos, a jóvenes y a vírgenes, a niños y a mujeres, hasta que no quede ninguno. Pero a todo aquel sobre el cual esté la señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario". Comenzaron, pues, desde los hombres ancianos que estaban delante del templo.[6]

    7. Les dijo: "Contaminad la casa, llenad los atrios de muertos y salid". Y salieron a matar en la ciudad.

    8. Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé diciendo: "¡Ah, Señor Jehová!, ¿destruirás a todo el resto de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?"[7]

    9. Me dijo: "La maldad de la casa de Israel y de Judá es sobremanera grande, pues la tierra está llena de sangre y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: "Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve".

    10. Así, pues, haré yo: mis ojos no mirarán con piedad, no tendré compasión; haré recaer la conducta de ellos sobre sus propias cabezas".

    11. Y el hombre vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: "He hecho conforme a todo lo que me mandaste".