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    Juan 3 - Reina Valera 1995

    Jesús y Nicodemo

    1. Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos.

    2. Este vino a Jesús de noche y le dijo: --Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

    3. Le respondió Jesús: --De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo[1] no puede ver el reino de Dios.[2]

    4. Nicodemo le preguntó: --¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?[3]

    5. Respondió Jesús: --De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.[4]

    6. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es.

    7. No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo".

    8. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.[5] Así es todo aquel que nace del Espíritu.[6]

    9. Le preguntó Nicodemo: --¿Cómo puede hacerse esto?

    10. Jesús le respondió: --Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto?

    11. De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recibís nuestro testimonio.

    12. Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las celestiales?

    13. Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo.[7]

    14. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado,[8]

    15. para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.[9]

    De tal manera amó Dios al mundo

    16. "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree[10] no se pierda,[11] sino que tenga vida eterna.[12]

    17. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

    18. El que en él cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.[13]

    19. Y esta es la condenación: la luz vino al mundo,[14] pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas,[15]

    20. pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto.[16]

    21. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios.[17]

    El amigo del esposo

    22. Después de esto vino Jesús con sus discípulos a tierras de Judea,[18] y estuvo allí con ellos y bautizaba.

    23. También Juan bautizaba en Enón, junto a Salim,[19] porque había allí muchas aguas. Y la gente llegaba y se bautizaba,

    24. pues aún no habían encarcelado a Juan.[20]

    25. Entonces se produjo una discusión entre los discípulos de Juan y algunos judíos acerca de la purificación.

    26. Y vinieron a Juan y le dijeron: --Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, él también bautiza, y todos van a él.

    27. Respondió Juan: --No puede el hombre recibir nada a menos que le sea dado del cielo.

    28. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: "Yo no soy el Cristo,[21] sino que soy enviado delante de él".[22]

    29. El que tiene a la esposa es el esposo; pero el amigo del esposo, el que está a su lado y lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo. Por eso, mi gozo está completo.[23]

    30. Es necesario que él crezca, y que yo disminuya.

    El que viene de arriba

    31. [24] El que viene de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra es terrenal y habla de cosas terrenales. El que viene del cielo está por encima de todos,

    32. y de lo que ha visto y oído testifica, pero nadie recibe su testimonio.

    33. El que recibe su testimonio, ese atestigua que Dios es veraz,

    34. porque aquel a quien Dios envió, las palabras de Dios habla, pues Dios no da el Espíritu por medida.

    35. El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en su mano.[25]

    36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer[26] en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.[27]