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jueves, julio 18, 2024
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    Marcos 10 - Reina Valera 1995

    Jesús enseña sobre el divorcio

    1. Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán.[1] Y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía.

    2. Se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarlo, si era lícito al marido repudiar a su mujer.[2]

    3. Él, respondiendo, les dijo: --¿Qué os mandó Moisés?

    4. Ellos dijeron: --Moisés permitió dar carta de divorcio y repudiarla.[3]

    5. Respondiendo Jesús, les dijo: --Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;

    6. pero al principio de la creación, hombre y mujer los hizo Dios.[4]

    7. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,

    8. y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno.[5]

    9. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

    10. En casa volvieron los discípulos a preguntarle sobre lo mismo,

    11. y les dijo: --Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella;

    12. y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.[6]

    Jesús bendice a los niños

    13. Le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban.[7]

    14. Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: --Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios.[8]

    15. De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.[9]

    16. Y tomándolos en los brazos, ponía las manos sobre ellos y los bendecía.

    El joven rico

    17. Al salir él para seguir su camino, llegó uno corriendo y, arrodillándose delante de él, le preguntó: --Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?[10]

    18. Jesús le dijo: --¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.

    19. Los mandamientos sabes: "No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes.[11] Honra a tu padre y a tu madre".

    20. Él entonces, respondiendo, le dijo: --Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.

    21. Entonces Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: --Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.[12]

    22. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

    23. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: --¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas![13]

    24. Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: --Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas!

    25. Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja,[14] que entrar un rico en el reino de Dios.

    26. Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: --¿Quién, pues, podrá ser salvo?

    27. Entonces Jesús, mirándolos, dijo: --Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios.[15]

    28. Entonces Pedro comenzó a decirle: --Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

    29. Respondió Jesús y dijo: --De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer,[16] o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,

    30. que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna.

    31. Pero muchos primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.[17]

    Nuevamente Jesús anuncia su muerte

    32. Iban por el camino subiendo a Jerusalén. Jesús iba delante, y ellos, asombrados, lo seguían con miedo. Entonces, volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:

    33. --Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles.[18]

    34. Se burlarán de él, lo azotarán, lo escupirán y lo matarán; pero al tercer día resucitará.[19]

    Petición de Santiago y de Juan

    35. Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: --Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.

    36. Él les preguntó: --¿Qué queréis que os haga?

    37. Ellos le contestaron: --Concédenos que en tu gloria[20] nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

    38. Entonces Jesús les dijo: --No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?[21]

    39. Ellos respondieron: --Podemos. Jesús les dijo: --A la verdad, del vaso que yo bebo beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado seréis bautizados;[22]

    40. pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.

    41. Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.

    42. Pero Jesús, llamándolos, les dijo: --Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.

    43. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor;

    44. y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos,[23]

    45. porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.[24]

    El ciego Bartimeo recibe la vista

    46. Entonces vinieron a Jericó;[25] y al salir de Jericó él, sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando.

    47. Al oir que era Jesús nazareno, comenzó a gritar: --¡Jesús, Hijo de David,[26] ten misericordia de mí!

    48. Y muchos lo reprendían para que callara, pero él clamaba mucho más: --¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

    49. Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole: --Ten confianza; levántate, te llama.

    50. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.

    51. Jesús le preguntó: --¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: --Maestro, que recobre la vista.

    52. Jesús le dijo: --Vete, tu fe te ha salvado.[27] Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.