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jueves, julio 18, 2024
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    Marcos 8 - Reina Valera 1995

    Alimentación de los cuatro mil

    1. [1] En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

    2. --Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer;

    3. y si los envío en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.

    4. Sus discípulos le respondieron: --¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?

    5. Él les preguntó: --¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: --Siete.

    6. Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra, tomó los siete panes y, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y los pusieron delante de la multitud.

    7. Tenían además unos pocos pececillos; los bendijo[2] y mandó que también los pusieran delante.

    8. Comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.

    9. Los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió.

    10. Luego, entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.[3]

    La demanda de una señal

    11. Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo[4] para tentarlo.

    12. Él, gimiendo en su espíritu, dijo: --¿Por qué pide señal esta generación?[5] De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.

    13. Y dejándolos, volvió a entrar en la barca y se fue a la otra ribera.[6]

    La levadura de los fariseos

    14. Se olvidaron de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.

    15. Y él les mandó, diciendo: --Mirad, guardaos de la levadura[7] de los fariseos y de la levadura de Herodes.[8]

    16. Discutían entre sí, diciendo: --Es porque no trajimos pan.

    17. Entendiéndolo Jesús, les dijo: --¿Qué discutís?, ¿porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?

    18. ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís?[9] ¿No recordáis?

    19. Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: --Doce.[10]

    20. --Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: --Siete.[11]

    21. Y les dijo: --¿Cómo es que aún no entendéis?

    Un ciego sanado en Betsaida

    22. [12] Vino luego a Betsaida,[13] y le trajeron un ciego, y le rogaron que lo tocara.

    23. Entonces, tomando la mano del ciego, lo sacó fuera de la aldea; escupió en sus ojos,[14] puso sus manos sobre él y le preguntó si veía algo.

    24. Él, mirando, dijo: --Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.

    25. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirara; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

    26. Jesús lo envió a su casa, diciendo: --No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.[15] [16]

    La confesión de Pedro

    27. [17] Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo.[18] Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: --¿Quién dicen los hombres que soy yo?

    28. Ellos respondieron: --Unos, Juan el Bautista;[19] otros, Elías;[20] y otros, alguno de los profetas.

    29. Entonces él les dijo: --Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: --Tú eres el Cristo.[21]

    30. Pero él les mandó que no dijeran[22] esto de él a nadie.

    Jesús anuncia su muerte

    31. [23] Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días.

    32. Esto les decía claramente. Entonces Pedro lo tomó aparte y comenzó a reconvenirlo.

    33. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: --¡Quítate de delante de mí, Satanás!,[24] porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

    34. Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: --Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

    35. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará,[25]

    36. porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?[26]

    37. ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

    38. Por tanto, el que se [email protected] de mí y de mis palabras en esta generación adúltera[27] y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.[28]