Isaías 64 - Reina Valera 20001. ¡Oh, si rompiese los cielos, [y] descendieras, [y] a tu presencia se escurriesen los montes, 2. como fuego que abrasando derrite, fuego que hace hervir el agua, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, [y] los gentiles temblasen a tu presencia! 3. [Como] descendiste, cuando hiciste cosas terribles cuales nunca esperábamos, [que] los montes escurrieron delante de ti. 4. Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron; ni ojo ha visto Dios fuera de ti, que hiciese [otro tanto] por el que en él espera. 5. Saliste al encuentro al que con alegría obró justicia. En tus caminos se acordaban de ti. He aquí, tú te enojaste porque pecamos; tus caminos son eternos y [nosotros] seremos salvos. 6. Que todos nosotros eramos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja [del árbol]; y nuestras maldades nos llevaron como viento. 7. Y nadie [hay] que invoque tu nombre, ni que se despierte para tenerte, por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades. 8. Ahora pues, SEÑOR, tú [eres] nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos obraste, así que obra de tus manos [somos] todos nosotros. 9. No te aíres, oh SEÑOR, sobremanera; ni tengas perpetua memoria de la iniquidad. He aquí, mira ahora, pueblo tuyo [somos] todos nosotros. 10. Tus santas ciudades son desiertas, Sion desierto es, y Jerusalén soledad. 11. La Casa de nuestro Santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue quemada al fuego; y todas nuestras cosas preciosas fueron destruidas. 12. ¿Te estarás quieto, oh SEÑOR, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera? |