Mateo 9 - Reina Valera 2000Jesús sana a un paralítico1. Entonces entrando en [un] barco, pasó al otro lado, y vino a su ciudad. 2. Y he aquí le trajeron [un] paralítico, echado en [una] cama; y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados. 3. Y he aquí, algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. 4. Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis malas cosas en vuestros corazones? 5. ¿Qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados; o decir: Levántate, y anda? 6. Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. 7. Entonces [él] se levantó y se fue a su casa. 8. Y la multitud, viéndolo, se maravilló, y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres. Llamamiento de Mateo9. Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre que estaba sentado al banco [de los tributos públicos], el cual se llamaba Mateo; y le dice: Sígueme. Y se levantó, y le siguió. 10. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en [su] casa, he aquí [que] muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11. Y viendo [esto] los fariseos, dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 12. Mas oyéndolo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13. Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio; porque no he venido a llamar [a] los justos, sino [a] los pecadores a arrepentimiento. La pregunta sobre el ayuno14. Entonces los discípulos de Juan vinieron a él, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? 15. Y Jesús les dijo: ¿Pueden los hijos the la recamara nuncial tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. 16. Y nadie echa remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque el tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. 17. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y se pierden los odres; mas echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva juntamente. La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús18. Hablando él estas cosas a ellos, he aquí vino un principal, y le adoró, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. 19. Y se levantó Jesús, y le siguió [con] sus discípulos. 20. Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre hacía doce años, llegándose por detrás, tocó la franja de su vestido, 21. porque decía entre sí: Si tocare solamente su vestido, seré libre. 22. Mas Jesús volviéndose, y mirándola, dijo: Confía, hija, tu fe te ha librado. Y la mujer fue libre desde aquella hora. 23. Y llegado Jesús a casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y la multitud que hacía bullicio, 24. les dijo: Apartaos, que la muchacha no está muerta, mas duerme. Y se burlaban de él. 25. Pero cuando la multitud fue echada fuera, entró, y [la] tomó de su mano, y se levantó la muchacha. 26. Y [se] difundió esta fama por toda aquella tierra. Dos ciegos reciben la vista27. Y pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: Ten misericordia de nosotros, Hijo de David. 28. Y llegado a [la] casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dice: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dicen: Sí, Señor. 29. Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó [rigurosamente], diciendo: Mirad [que] nadie [lo] sepa. 31. Mas ellos salidos, divulgaron su fama por toda aquella tierra. Un mudo habla32. Y saliendo ellos, he aquí, le trajeron un hombre mudo, endemoniado. 33. Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la multitud se maravilló, diciendo: Nunca ha sido vista cosa semejante en Israel. 34. Mas los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios. La mies es mucha35. Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y todo flaqueza en el pueblo. 36. Y viendo la multitud, tuvo misericordia de ella; porque estaba derramada y esparcida como ovejas que no tienen pastor. 37. Entonces dice a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. |