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    2 Reyes 4 - Reina Valera 2004

    El aceite de la viuda

    1. UNA mujer, de las esposas de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido es muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.

    2. Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.

    3. Y él le dijo: Ve, y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.

    4. Entra luego, y cierra la puerta tras ti y tras tus hijos; y echa en todas las vasijas, y estando uno lleno, ponlo aparte.

    5. Y la mujer se fue de él, y cerró la puerta tras sí y tras sus hijos; y ellos le llegaban las vasijas, y ella echaba del aceite.

    6. Y como las vasijas fueron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otra vasija. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.

    7. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve, y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quedare.

    Eliseo y la sunamita

    8. Y aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una gran mujer, la cual le constriñó a que comiese del pan: y cuando por allí pasaba, se venía a su casa a comer del pan.

    9. Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.

    10. Yo te ruego que hagamos una pequeña cámara de paredes, y pongamos en ella cama, y mesa, y silla, y candelero, para que cuando viniere a nosotros, se recoja en ella.

    11. Y aconteció que un día vino él por allí, y se recogió en aquella cámara, y durmió en ella.

    12. Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y como él la llamó, ella se presentó delante de él.

    13. Y dijo él a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero: ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.

    14. Y él dijo: ¿Qué pues haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí ella no tiene hijo, y su marido es viejo.

    15. Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.

    16. Y él le dijo: A este tiempo según el tiempo de la vida, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.

    17. Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo en aquel tiempo que Eliseo le había dicho, según el tiempo de la vida.

    18. Y cuando el niño creció, aconteció que un día salió a su padre, a los segadores.

    19. Y dijo a su padre: ¡Mi cabeza, mi cabeza! Y él dijo a un criado: Llévalo a su madre.

    20. Y habiéndole él tomado, y traído a su madre, estuvo sentado sobre sus rodillas hasta el medio día, y murió.

    21. Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrándole la puerta, se salió.

    22. Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y vuelva.

    23. Y él dijo: ¿Para qué has de ir a él hoy? No es nueva luna, ni sábado. Y ella respondió: Paz.

    24. Después hizo enalbardar una asna, y dijo al criado: Guía y anda; no detengas por mí tu cabalgar, sino cuando yo te lo dijere.

    25. Partió, pues, y vino al varón de Dios al monte del Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita:

    26. Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y dile: ¿Tienes paz? ¿y tu marido, y tu hijo? Y ella dijo: Paz.

    27. Y luego que llegó al varón de Dios en el monte, asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; mas el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.

    28. Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo, que no me burlases?

    29. Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi bordón en tu mano, y ve; y si alguno te encontrare, no lo saludes; y si alguno te saludare, no le respondas: y pondrás mi bordón sobre el rostro del niño.

    30. Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.

    31. El entonces se levantó, y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el bordón sobre el rostro del niño, mas ni tenía voz ni sentido; y así se había vuelto para encontrar a Eliseo; y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.

    32. Y venido Eliseo a la casa, he aquí el niño que estaba tendido muerto sobre su cama.

    33. Entrando él entonces, cerró la puerta sobre ambos, y oró a Jehová.

    34. Después subió, y se echó sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.

    35. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una parte y a otra, y después subió, y se tendió sobre él; y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.

    36. Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.

    37. Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra: después tomó su hijo, y se salió.

    Milagros en beneficio de los profetas

    38. Y Eliseo se volvió a Gilgal. Había entonces grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una grande olla, y haz potaje para los hijos de los profetas.

    39. Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y tomó de ella una falda llena de calabazas silvestres: y volvió, y las cortó en la olla del potaje: porque no sabía lo que era.

    40. Y lo sirvieron para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, dieron voces, diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en la olla! Y no lo pudieron comer.

    41. Él entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.

    42. Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coman.

    43. Y respondió su sirviente: ¿Cómo he de poner esto delante de cien hombres? Mas él tornó a decir: Da a la gente para que coman, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.

    44. Entonces él lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.