Juan 4 - Reina Valera 2004Jesús y la mujer samaritana1. Y CUANDO el Señor entendió que los fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2. (aunque Jesús no bautizaba sino sus discípulos), 3. dejó Judea, y se fue otra vez a Galilea. 4. Y le era necesario pasar por Samaria. 5. Vino, pues, a una ciudad de Samaria que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a José su hijo. 6. Y estaba allí el pozo de Jacob, y Jesús, cansado del camino se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. 7. Y vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber 8. (Pues los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer). 9. Entonces la mujer samaritana le dice: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. 10. Jesús respondió, y le dijo: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú pedirías de él, y él te daría agua viva. 11. La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12. ¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, el cual nos dio este pozo, del cual bebieron él y sus hijos, y su ganado? 13. Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed, 14. mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15. La mujer le dice: Señor, dame esa agua, para que yo no tenga sed, ni venga acá a sacarla. 16. Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17. Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. Jesús le dice: Bien has dicho: No tengo marido; 18. porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19. La mujer le dice: Señor, me parece que tú eres profeta. 20. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalem es el lugar donde debemos adorar. 21. Jesús le dice: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalem adoraréis al Padre. 22. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25. La mujer le dice: Sé que el Mesías ha de venir, el cual es llamado el Cristo: Cuando él venga, nos declarará todas las cosas. 26. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. 27. Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con la mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O: ¿Qué hablas con ella? 28. Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29. Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿No será éste el Cristo? 30. Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. 31. Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32. Mas él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33. Entonces los discípulos se decían el uno al otro: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34. Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que venga la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. 36. Y el que siega, recibe salario, y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra como el que siega, juntos se regocijen. 37. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis, otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores. 39. Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que testificaba diciendo: Me ha dicho todo lo que he hecho. 40. Entonces, cuando los samaritanos vinieron a él, le rogaron que se quedase allí; y se quedó allí dos días. 41. Y creyeron muchos más por la palabra de él. 42. Y decían a la mujer: Ahora creemos, no sólo por tu dicho; sino porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Cristo, el Salvador del mundo. Jesús sana al hijo de un noble43. Y dos días después, salió de allí y se fue a Galilea. 44. Porque Jesús mismo dio testimonio de que el profeta en su tierra no tiene honra. 45. Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, habiendo visto todas las cosas que él hizo en Jerusalem en el día de la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta. 46. Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47. Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, vino a él, y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba a punto de morir. 48. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios no creeréis. 49. El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51. Y cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron las nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52. Entonces les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53. Entonces el padre entendió que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó él y toda su casa. 54. Este además es el segundo milagro que Jesús hizo, cuando vino de Judea a Galilea. |