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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 18 - Reina Valera 2004

    Parábola de la viuda y el juez injusto

    1. Y LES dijo también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar,

    2. diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.

    3. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

    4. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque no temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

    5. mas, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo, al fin me fastidie.

    6. Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.

    7. ¿Y no cobrará Dios venganza por sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea paciente para con ellos?

    8. Os digo que presto cobrará venganza por ellos. Pero cuando el Hijo del Hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra?

    Parábola del fariseo y el publicano

    9. Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros:

    10. Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano.

    11. El fariseo, puesto en pie, oró consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;

    12. ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo.

    13. Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho, diciendo: Dios, ten misericordia de mí, pecador.

    14. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.

    Jesús bendice a los niños

    15. Y también le traían los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendían.

    16. Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.

    17. De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

    El joven rico

    18. Y le preguntó un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

    19. Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino sólo Dios.

    20. Los mandamientos sabes: No matarás. No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra a tu padre y a tu madre.

    21. Y él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.

    22. Y cuando Jesús, oyó esto, le dijo: Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

    23. Entonces él, al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

    24. Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

    25. Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

    26. Y los que oyeron esto, dijeron: ¿Quién, entonces, podrá ser salvo?

    27. Y él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, posible es para Dios.

    28. Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.

    29. Y él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, padres, o hermanos, o esposa, o hijos, por el reino de Dios,

    30. que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el mundo venidero la vida eterna.

    Nuevamente Jesús anuncia su muerte

    31. Y tomando a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, acerca del Hijo del Hombre.

    32. Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, e injuriado, y escupido.

    33. Y después que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará.

    34. Pero ellos no entendían nada de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía.

    Un ciego de Jericó recibe la vista

    35. Y aconteció que acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;

    36. y oyendo a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello.

    37. Y le dijeron que pasaba Jesús Nazareno.

    38. Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

    39. Y los que iban delante, le reprendían para que callase; mas él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

    40. Jesús entonces deteniéndose, mandó traerle a sí; y como él llegó, le preguntó,

    41. diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista.

    42. Y Jesús le dijo: Recibe la vista, tu fe te ha salvado.

    43. Y al instante recibió la vista, y le seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo cuando lo vio, dio alabanza a Dios.