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    Marcos 12 - Reina Valera 2004

    Los labradores malvados

    1. Y COMENZÓ a hablarles por parábolas: Un hombre plantó una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a labradores, y partió lejos.

    2. Y al tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de los labradores del fruto de su viña.

    3. Mas ellos tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.

    4. Y volvió a enviarles otro siervo, mas ellos apedreándole, le hirieron en la cabeza, y le enviaron afrentado.

    5. Y volvió a enviar a otro, y a éste mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros.

    6. Por último, teniendo aún un hijo, su amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.

    7. Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero, venid, matémosle, y la heredad será nuestra.

    8. Y prendiéndole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.

    9. ¿Qué, pues, hará el Señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros.

    10. ¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venida a ser cabeza del ángulo;

    11. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

    12. Y procuraban prenderle, porque sabían que decía contra ellos aquella parábola, mas temían al pueblo, y dejándole se fueron.

    La cuestión del tributo

    13. Y enviaron a él algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le prendiesen en alguna palabra.

    14. Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, sabemos que eres veraz, y no te cuidas de nadie; porque no miras a la apariencia de los hombres, antes enseñas el camino de Dios en verdad: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

    15. Pero él, conociendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme una moneda para que la vea.

    16. Y ellos se la trajeron. Y les dice: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Y ellos le dijeron: De César.

    17. Y respondiendo Jesús les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él.

    La pregunta sobre la resurrección

    18. Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen no haber resurrección, y le preguntaron, diciendo:

    19. Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase esposa, y no dejase hijos, que su hermano tome su esposa, y levante descendencia a su hermano.

    20. Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa; y muriendo, no dejó descendencia.

    21. Y la tomó el segundo, y murió, y tampoco él dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera.

    22. Y la tomaron los siete; y no dejaron descendencia; a la postre murió también la mujer.

    23. En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por esposa.

    24. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque no conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios?

    25. Porque cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán, ni se darán en casamiento, mas serán como los ángeles que están en el cielo.

    26. Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

    27. El no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.

    El gran mandamiento

    28. Y uno de los escribas que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, vino y le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

    29. Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

    30. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas, este es el principal mandamiento.

    31. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

    32. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, porque hay un Dios, y no hay otro fuera de él.

    33. Y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y con todas las fuerzas; y amar al prójimo como a sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios.

    34. Y Jesús, viendo que respondió sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

    ¿De quién es hijo el Cristo?

    35. Y enseñando en el templo, respondió Jesús y dijo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

    36. Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.

    37. Y si David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y el pueblo común le oía de buena gana.

    Jesús acusa a los escribas

    38. Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,

    39. y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;

    40. que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.

    La ofrenda de la viuda

    41. Y estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba como el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho.

    42. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, que es un cuadrante.

    43. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;

    44. porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.