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miércoles, julio 17, 2024
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    Mateo 5 - Reina Valera 2004

    El Sermón del monte: Las bienaventuranzas

    1. Y VIENDO la multitud, subió al monte; y sentándose, sus discípulos vinieron a él.

    2. Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:

    3. Bienaventurados los pobres en espíritu; porque de ellos es el reino de los cielos.

    4. Bienaventurados los que lloran; porque ellos serán consolados.

    5. Bienaventurados los mansos; porque ellos heredarán la tierra.

    6. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; porque ellos serán saciados.

    7. Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos alcanzarán misericordia.

    8. Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios.

    9. Bienaventurados los pacificadores; porque ellos serán llamados hijos de Dios.

    10. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia; porque de ellos es el reino de los cielos.

    11. Bienaventurados sois cuando por mi causa os maldijeren y os persiguieren, y dijeren todo mal contra vosotros, mintiendo.

    12. Regocijaos y alegraos; porque vuestro galardón es grande en el cielo; que así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

    La sal de la tierra

    13. Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y ser hollada de los hombres.

    La luz del mundo

    14. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

    15. Ni se enciende un candil y se pone debajo del almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.

    16. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo.

    Jesús y la ley

    17. No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar sino para cumplir.

    18. Porque de cierto os digo, que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo sea cumplido.

    19. De manera que cualquiera que quebrantare uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres; muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

    20. Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

    Jesús y la ira

    21. Oísteis que fue dicho por los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare estará expuesto a juicio.

    22. Mas yo os digo que cualquiera que sin razón se enojare contra su hermano, estará en peligro del juicio; y cualquiera que dijere a su hermano: Raca, estará en peligro del concilio; mas cualquiera que le dijere: Fatuo, estará expuesto al fuego del infierno.

    23. Por tanto, si trajeres tu ofrenda al altar, y allí te acordares que tu hermano tiene algo contra ti;

    24. deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve, y reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

    25. Concíliate presto con tu adversario, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en la cárcel.

    26. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

    Jesús y el adulterio

    27. Oísteis que fue dicho por los antiguos: No cometerás adulterio.

    28. Mas yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

    29. Por tanto si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea lanzado al infierno.

    30. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; que mejor te es que uno de tus miembros se pierda, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

    Jesús y el divorcio

    31. También fue dicho: Cualquiera que repudiare a su esposa, déle carta de divorcio.

    32. Pero yo os digo que cualquiera que repudiare a su esposa, salvo por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la divorciada, comete adulterio.

    Jesús y los juramentos

    33. Además, oísteis que fue dicho por los antiguos: No perjurarás; mas cumplirás al Señor tus juramentos.

    34. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

    35. ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalem, porque es la ciudad del gran Rey.

    36. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.

    37. Mas sea vuestro hablar: Sí, sí: No, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

    El amor hacia los enemigos

    38. Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

    39. Pero yo os digo: No resistáis el mal; antes a cualquiera que te hiriere en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

    40. y a cualquiera que te demandare ante la ley y tomare tu túnica, déjale tomar también la capa;

    41. y cualquiera que te obligare a ir una milla, ve con él dos.

    42. Al que te pidiere, dale; y al que quisiere tomar de ti prestado, no le rehúses.

    43. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

    44. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

    45. para que seáis hijos de vuestro Padre que está en el cielo; porque él hace que su sol salga sobre malos y buenos; y envía lluvia sobre justos e injustos.

    46. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también así los publicanos?

    47. Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los publicanos?

    48. Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto.