31.6 C
Miami
viernes, julio 19, 2024
Más


    Mateo 20 - Reina Valera Gómez (2010)

    Los obreros de la viña

    1. Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.

    2. Y habiendo acordado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.

    3. Y saliendo cerca de la hora tercera, vio a otros en la plaza que estaban ociosos,

    4. y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.

    5. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.

    6. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban ociosos, y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?

    7. Ellos le dicen: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.

    8. Y cuando cayó la tarde, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.

    9. Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.

    10. Y cuando vinieron los primeros, pensaban que habían de recibir más, pero ellos también recibieron cada uno un denario.

    11. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,

    12. diciendo: Estos postreros han trabajado sólo una hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día.

    13. Mas él respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no acordaste conmigo por un denario?

    14. Toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este postrero igual que a ti.

    15. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O es malo tu ojo porque yo soy bueno?

    16. Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros: Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.

    Nuevamente Jesús anuncia su muerte

    17. Y subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo:

    18. He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte;

    19. y le entregarán a los gentiles para ser escarnecido, azotado, y crucificado, mas al tercer día resucitará.

    Petición de Santiago y de Juan

    20. Entonces vino a Él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, adorándole y pidiéndole algo.

    21. Y Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Concede que en tu reino se sienten estos mis dos hijos, el uno a tu mano derecha, y el otro a tu izquierda.

    22. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís: ¿Podéis beber la copa que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos le dijeron: Podemos.

    23. Y Él les dijo: A la verdad de mi copa beberéis, y seréis bautizados con el bautismo que yo soy bautizado, pero el sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.

    24. Y oyéndolo los diez, se indignaron contra los dos hermanos.

    25. Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los príncipes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos autoridad.

    26. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quisiere ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor,

    27. y el que quisiere ser el primero entre vosotros, sea vuestro servidor;

    28. así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

    Dos ciegos reciben la vista

    29. Y saliendo ellos de Jericó, le seguía gran multitude.

    30. Y he aquí, dos ciegos sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

    31. Y la multitud les reprendía para que callasen; pero ellos más clamaban, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

    32. Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga?

    33. Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.

    34. Entonces Jesús, teniendo compasión de ellos, tocó sus ojos, y al instante sus ojos recibieron la vista; y le siguieron.