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    Hebreos 10 - Nueva Biblia Española (1975)

    1. Pues, poseyendo la Ley sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen misma de lo real, con los sacrificios, siempre los mismos, que se ofrecen indefectiblemente año tras año, nunca puede transformar a los que se acercan.

    2. O ¿es que no dejarían de ofrecerse si los que practican el culto quedaran purificados de una vez y perdieran toda conciencia de pecado?

    3. Por el contrario, en estos sacrificios se recuerdan los pecados año tras año,

    4. Es que es imposible que sangre de toros y cabras quite los pecados;

    5. por eso, al entrar en el mundo dice él; Sacrificios y ofrendas no los quisiste, en vez de eso, me has dado un cuerpo a mí;

    6. holocaustos y victimas expiatorias no te agradan;

    7. entonces dije: "Aquí estoy yo (en el libro hay un título que se ¡refiere a mí) para realizar tu designio. Dios mío","

    8. Primero dice: "Sacrificios y ofrendas, holocaustos y victimas expiatorias ni los quieres ni te agradan" -éstos son los que manda ofrecer la Ley-

    9. y después añade: "Aquí estoy yo para realizar tu designio". Deroga lo primero para establecer lo segundo.

    10. Por esa voluntad hemos quedado consagrados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesús el Mesías, única y definitiva.

    11. Los sacerdotes están todos de pie cada día celebrando el culto, ofreciendo una y otra vez los mismos sacrificios, que son totalmente incapaces de quitar los pecados.

    12. Este, en cambio, después de ofrecer un sacrificio único por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios.

    13. No le queda más que aguardar a que "pongan a sus enemigos por tarima de sus pies", ,

    14. pues con una ofrenda única dejó transformados para siempre a los que va consagrando,

    15. Lo mismo atestigua el Espíritu Santo; porque, después de haber dicho:

    16. "Esta es la alianza que haré con ellos cuando lleguen aquellos días", dice el Señor;

    17. Al dar mis leyes, las escribiré en sus corazones y en su razón; de sus pecados y de sus crímenes no volveré a acordarme,

    18. Ahora bien, donde el perdón es un hecho, se acabaron las ofrendas por el pecado.

    19. Hermanos, tenemos libertad para entrar en el santuario llevando ¡a sangre de Jesús,

    20. y tenemos un acceso nuevo y viviente que él nos ha abierto a través de la cortina, que es su carne,

    21. y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios.

    22. Acerquémonos, pues, con sinceridad y plenitud de fe, purificados en lo íntimo de toda conciencia de mal y lavados por fuera con un agua pura;

    23. aferrémonos a la firme esperanza que profesamos, pues fiel es quien hizo la promesa,

    24. y considerándonos unos a otros para acicate del amor mutuo y del bien obrar;

    25. sin faltar a nuestra reunión, como algunos suelen; anímense, en cambio, y mucho más viendo que se acerca aquel día.

    Advertencia al que peca deliberadamente

    26. Porque si, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, nos obstinamos en el pecado, ya no quedan sacrificios por los pecados,

    27. queda sólo la perspectiva espantosa de un juicio y el furor de un fuego dispuesto a devorar a los enemigos.

    28. Al que viola la Ley de Moisés lo ejecutan sin compasión, basándose en dos o tres testigos".

    29. Cuánto peor castigo piensan ustedes que merecerá uno que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha juzgado impura la sangre de la alianza que lo había consagrado y que ha ultrajado al Espíritu de la gracia.

    30. Sabemos muy bien quién dijo aquello: "Mío es el desquite, yo daré a cada cual su merecido", y también: "El Señor juzgará a su pueblo",

    31. Es horrendo caer en manos del Dios vivo.

    32. Recuerden aquellos días primeros, cuando recién iluminados sostuvieron recios y penosos combates;

    33. unas veces los exponían públicamente a escarnio y vejaciones, otras se hacían solidarios de los que así eran tratados.

    34. De hecho compartieron el sufrimiento de los encarcelados y aceptaron con alegría que les confiscaran los bienes, sabiendo que tenían un patrimonio mejor y estable.

    35. Así que no renuncien a su valentía, a la que está reservada una gran recompensa.

    36. Es decir, les hace falta constancia, para realizar el designio de Dios y alcanzar así la promesa;

    37. porque ya "falta poco, muy poco, para que llegue el que viene; no se retrasará".

    38. "Mi justo vive de su fidelidad: en cambio, si se echa atrás, dejará de agradarme”.

    39. Y nosotros no somos de los que se echan atrás y perecen, sino hombres fieles que conservan la vida.