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sábado, agosto 17, 2024
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    Hechos 20 - Nueva Biblia Española (1975)

    Viaje de Pablo a Macedonia y Grecia

    1. Cuando se apaciguó el tumulto mandó Pablo llamar a los discípulos para animarlos; luego se despidió y salió para Macedonia.

    2. Después de recorrer aquella región animando a los discípulos con frecuentes conversaciones, llegó a Grecia.

    3. A los tres meses de estar allí, como le amenazaba un atentado de los judíos al zarpar para Siria, decidió volverse por Macedonia.

    4. Hasta la provincia de Asia lo acompañaron Sópater, natural de Pirro de Berea, Aristarco y Segundo, de Tesalónica, Gayo de Derbe, Timoteo, Fortunato y Trófimo, naturales de Asia.

    5. Estos se adelantaron y nos esperaron en Tróade.

    6. Nosotros, en cambio, al terminar las fiestas de Pascua, nos hicimos a la mar en Filipos y en cinco días los alcanzamos en Tróade, donde nos detuvimos una semana.

    Visita de despedida de Pablo en Troas

    7. El domingo nos reunimos a partir el pan; Pablo les estuvo hablando y, como iba a marcharse al día siguiente, prolongó el discurso hasta medianoche.

    8. Había lámparas en abundancia en la sala de arriba, donde estábamos reunidos.

    9. Un joven, de nombre Eutiquio, estaba sentado en la ventana. Mientras Pablo hablaba y hablaba le iba entrando cada vez más sueño; al final, vencido por él, se cayó del tercer piso abajo. Lo levantaron ya cadáver,

    10. pero Pablo bajó, se echó sobre él y, abrazándolo, dijo: No se alarmen, que tiene aliento.

    11. Volvió a subir, partió el pan y cenó. Estuvo conversando largo hasta el alba y, por fin, se marchó.

    12. Por lo que hace al muchacho, lo trajeron vivo, con gran alivio de todos.

    Viaje de Troas a Mileto

    13. Nosotros nos embarcamos con tiempo y zarpamos rumbo a Aso, donde teníamos que recoger a Pablo, pues él había dispuesto hacer el viaje por tierra.

    14. Cuando nos alcanzó en Aso, subió abordo con nosotros y llegamos a Mitilene.

    15. Zarpamos de allí, y al día siguiente llegamos a la altura de Quíos; al otro costeamos en dirección a Samos y un día después llegamos a Mileto.

    16. Pablo había resuelto no hacer escala en Efeso, para no perder tiempo en Asia; se daba prisa a ver sí lograba estar en Jerusalén para el día de Pentecostés.

    Discurso de despedida de Pablo en Mileto

    17. Desde Mileto mandó recado a Efeso y llamó a los responsables de la comunidad.

    18. Cuando se presentaron, les dijo: Ustedes saben cómo me he portado con ustedes todo este tiempo, desde el día que por primera vez puse el pie en Asia:

    19. he servido al Señor con toda humildad, entre las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos.

    20. Saben que en nada que fuera útil me he retraído de predicarles y enseñarles en público y en privado,

    21. instando lo mismo a judíos que a griegos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.

    22. Ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé lo que me espera allí,

    23. sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas.

    24. Pero la vida para mí no cuenta, al lado de completar mi carrera y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo de la buena noticia, del favor de Dios.

    25. Y ahora miren, yo sé que ninguno de ustedes, entre quienes he predicado el reino, volverá a verme.

    26. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie,

    27. porque no me he retraído de anunciarles enteramente el plan de Dios.

    28. Tengan cuidado de ustedes y de todo el rebaño en que el Espíritu Santo los ha puesto como guardianes, siendo así pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.

    29. Ya sé yo que, cuando los deje, se meterán entre ustedes lobos feroces que no perdonarán al rebaño,

    30. e incluso de entre ustedes mismos saldrán algunos que corromperán la doctrina, arrastrando tras sí a los discípulos.

    31. Por eso, estén alerta: recuerden que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.

    32. Ahora los dejo en manos de Dios y del mensaje de su gracia, que tiene poder para construir y dar la herencia a todos los consagrados.

    33. No he deseado dinero, oro ni ropa de nadie;

    34. saben por experiencia que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros.

    35. En todo les he hecho ver que hay que trabajar así para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir".

    36. Cuando terminó de hablar se puso de rodillas con todos y rezó.

    37. Todos lloraban mucho y, abrazando a Pablo, lo besaban;

    38. lo que más pena les daba era lo que había dicho de que no volverían a verlo. Luego lo acompañaron hasta el barco.