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    Jeremías 38 - Nueva Biblia Española (1975)

    Jeremías en la cisterna

    1. Safatías Ben Matan; Godolías, hijo de Pasjur; Yucal, hijo de Selamías, y Pasjur, hijo de Malquías, oyeron las palabras que dijo al pueblo Jeremías:

    2. Así dice el Señor: El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de peste; el que se pase a los caldeos será tomado como botín, pero salvará la vida.

    3. Y así dice el Señor: Esta ciudad será entregada al ejército del rey de Babilonia para que la conquiste".

    4. Y los dignatarios dijeron al rey: Muera ese hombre, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.

    5. Respondió el rey Sedecías: Ahí lo tienen, en su poder: el rey no puede nada contra ustedes.

    6. Ellos agarraron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo.

    7. Ebedmélec, un sirviente del rey, eunuco nubio que también vivía en palacio, se enteró de que habían metido a Jeremías en el aljibe. Mientras el rey estaba sentado junto a la Puerta de Benjamín,

    8. Ebedmélec salió de Palacio y habló al rey:

    9. Majestad, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre (porque no quedaba pan en la ciudad).

    10. Entonces el rey ordenó a Ebedmélec, el nubio: Toma tres hombres a tu mando y saquen al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera.

    11. Ebedmélec tomó a su mando los hombres, entró en el ropero de palacio y allí tomó tiras y trapos, y los descolgó con la soga hasta el aljibe.

    12. Y Ebedmélec, el nubio, dijo a Jeremías: Colócate los trapos en las axilas, por debajo de la soga. Y Jeremías lo hizo.

    13. Entonces tiraron de Jeremías con las sogas y lo sacaron del aljibe. Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia.

    Sedequías consulta secretamente a Jeremías

    14. El rey Sedecías mandó que le trajeran al profeta Jeremías, a la tercera entrada del templo; y el rey dijo a Jeremías: Quiero preguntarte una cosa: no me calles nada.

    15. Respondió Jeremías a Sedecías: Si te lo digo, seguro que me matarás, y si te doy un consejo, no me escucharás.

    16. El rey Sedecías juró en secreto a Jeremías: ¡Vive el Señor, que nos dio la vida!, que no te mataré ni te entregaré en poder de estos hombres que te persiguen a muerte.

    17. Respondió Jeremías a Sedecías: Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Si te rindes a los generales del rey de Babilonia, salvarás la vida y no incendiarán la ciudad; vivirás tú y tu familia.

    18. Pero si no te rindes a los generales del rey de Babilonia, esta ciudad caerá en manos de los caldeos, que la incendiarán, y tú no escaparás.

    19. El rey Sedecías dijo a Jeremías: Tengo miedo de que me entreguen en manos de los judíos que se han pasado a los caldeos y que me maltraten.

    20. Respondió Jeremías: No te entregarán. Obedece al Señor en lo que te comunico y te irá bien, y salvarás la vida.

    21. Pero si te niegas a rendirte, éste es el oráculo que me ha comunicado el Señor:

    22. Escucha: todas las mujeres que han quedado en el palacio real de Judá serán entregadas a los generales del rey de Babilonia, y cantarán: "Te han engañado y te han vencido tus buenos amigos; han hundido tus pies en el barro y se han marchado".

    23. Todas tus mujeres y tus hijos se los entregarán a los caldeos, y tú no te librarás de ellos, sino que caerás en poder del rey de Babilonia, que incendiará la ciudad.

    24. Sedecías dijo a Jeremías: Que nadie sepa de esta conversación y no morirás:

    25. Si los jefes se enteran de que he hablado contigo y vienen a preguntarte: "Cuéntanos lo que has dicho al rey y lo que él te ha dicho; no nos lo ocultes, que no te mataremos",

    26. tú les responderás: "Estaba presentando mi súplica al rey para que no me llevaran de nuevo a casa de Jonatán, a morir allí".

    27. Vinieron los dignatarios y le preguntaron, y él respondió según las instrucciones del rey. Así, se fueron sin decir más, porque la cosa no se supo.

    28. Y así se quedó Jeremías en el patio de la guardia, hasta el día de la conquista de Jerusalén.