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miércoles, julio 17, 2024
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    2 Pedro 3 - Serafín de Ausejo 1975

    El día del Señor vendrá

    1. Ésta es ya, queridos hermanos, la segunda carta que os escribo. Y en ambas procuro excitar en vosotros, con el recuerdo, una sincera inteligencia.

    2. Recordad las palabras predichas por los santos profetas y el precepto del Señor y Salvador transmitido por vuestros apóstoles.

    3. Ante todo, sabed que en los últimos días vendrán hombres sarcásticos, que caminarán según sus propios deseos

    4. y que dirán en son de burla: "¿Dónde está la promesa de su parusía? Desde que murieron los padres, todo sigue como desde el principio de la creación".

    5. Al afirmar esto, ignoran deliberadamente que en otro tiempo hubo cielo y hubo tierra salida del agua que, en virtud de la palabra de Dios, tomó consistencia en medio del agua.

    6. Por ello, el mundo de entonces pereció en el diluvio.

    7. Pero el cielo y la tierra de ahora están guardados por la misma palabra, reservados para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

    8. Una cosa no debe quedaros oculta, queridos hermanos: que un día es ante el Señor como mil años y mil años como un día.

    9. No demora el Señor la promesa, como algunos piensan; sino que es paciente con vosotros, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.

    10. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En él desaparecerán los cielos con formidable estruendo, los elementos se disolverán abrasados por el fuego y quedará al descubierto la tierra con todas las obras que hay en ella.

    11. Si todas las cosas se han de disolver así, ¡cómo no deberéis andar vosotros en santo comportamiento y piedad,

    12. aguardando y apresurando la parusía del día de Dios, en el que los cielos se disolverán incendiados y los elementos se fundirán abrasados por el fuego!

    13. Pero esperamos, según su promesa, nuevos cielos y nueva tierra, en los que habita la justicia.

    14. Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que él os halle en paz, sin mancha e irreprensibles.

    15. Considerad que esta paciente espera de nuestro Señor es salvación, como os escribía nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada.

    16. De esto hablaba en todas sus cartas. Hay en ellas cosas difíciles de entender, que los indoctos y vacilantes interpretan torcidamente, como lo hacen con las otras escrituras, para su propia perdición.

    17. Vosotros, pues, queridos hermanos, que lo sabéis de antemano, guardaos; no sea que, arrastrados por el error de hombres sin ley, caigáis de vuestra propia firmeza.

    18. Creced en gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria ahora y para el día de la eternidad. [Amén.]