28.1 C
Miami
jueves, julio 18, 2024
Más


    Apocalipsis 9 - Serafín de Ausejo 1975

    1. Tocó el quinto ángel. Entonces vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, a la que se le había dado la llave del pozo del abismo.

    2. Abrió el pozo del abismo y subió del pozo una humareda como la humareda de un gran horno. El sol y el aire quedaron oscurecidos por el humo del pozo.

    3. Del humo salieron langostas sobre la tierra a las que se les dio poder parecido al que tienen los escorpiones de la tierra.

    4. Se les ordenó que no dañasen la hierba de la tierra, ni nada verde ni árbol alguno, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios sobre sus frentes.

    5. No se les dio poder para que los matasen, sino para que los atormentasen por cinco meses. El tormento que causaban era como el de la picadura del escorpión.

    6. En aquellos días buscarán los hombres la muerte y no la encontrarán; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos.

    7. La apariencia de las langostas era como de caballos equipados para la guerra; tenían sobre sus cabezas coronas que parecían de oro y sus rostros eran rostros humanos.

    8. Tenían cabellos como los de mujer, y sus dientes eran como de león.

    9. Llevaban corazas como corazas de hierro y el ruido de sus alas era como ruido de carros de muchos caballos que se lanzan al combate.

    10. Sus colas son parecidas a las de escorpiones, con aguijones, y en sus colas está su poder de dañar a los hombres por cinco meses.

    11. Tienen sobre sí por rey al ángel del abismo. Su nombre en hebreo es Abaddón, y en griego Apolíon.

    12. Pasó el primer ay. Quedan todavía otros dos.

    13. Tocó el sexto ángel. Y oí una voz que salía de las cuatro esquinas del altar de oro que está delante de Dios

    14. y que decía al sexto ángel, al que tenía la trompeta: "Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates".

    15. Fueron soltados los cuatro ángeles, preparados para aquella hora y día y mes y año, para que mataran a la tercera parte de los hombres.

    16. El número de las tropas de caballería era de dos miríadas de miríadas. Yo mismo oí su número.

    17. Vi en la visión a los caballos y a sus jinetes, que tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de león y de sus fauces brotaba fuego, humo y azufre.

    18. Por estas tres plagas murió la tercera parte de los hombres: por el fuego, el humo y el azufre que brotaba de sus fauces.

    19. Pues el poder de los caballos está en sus fauces y en sus colas. Sus colas son semejantes a serpientes provistas de cabezas con las que causan daño.

    20. El resto de los hombres, los que no fueron exterminados por estas plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos, de modo que no dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar.

    21. Y no se convirtieron de sus asesinatos, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos.