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sábado, agosto 17, 2024
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    Deuteronomio 9 - Serafín de Ausejo 1975

    Dios destruirá a las naciones de Canaán

    1. Escucha, Israel. Hoy vas a pasar el Jordán para ir a la conquista de naciones más grandes y poderosas que tú, de ciudades grandes, con murallas que llegan hasta el cielo;

    2. de un pueblo grande y de elevada estatura, los descendientes de los anaquitas, que ya conoces, y de quienes has oído decir: "¿Quién podrá oponerse a los hijos de Anac?".

    3. Pero hoy mismo sabrás que es Yahveh, tu Dios, quien pasará delante de ti como fuego devorador; los destruirá y subyugará delante de ti, para que los despojes y aniquiles con rapidez, como te ordenó Yahveh.

    4. No digas luego en tu corazón, cuando Yahveh, tu Dios, los haya arrojado de tu presencia: "Por mis méritos me ha hecho entrar Yahveh en posesión de ese país", pues ha sido Yahveh quien ha arrojado delante de ti a esas naciones a causa de su perversidad.

    5. No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de su tierra, sino por la maldad de esas naciones; por eso las expulsará Yahveh, tu Dios, de delante de ti, y para que se cumpla la palabra que Yahveh juró a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob.

    La rebelión de Israel en Horeb

    6. Entiende que no es por tus méritos por lo que te da Yahveh, tu Dios, esa hermosa tierra en posesión, pues eres un pueblo de dura cerviz.

    7. Recuerda y no olvides que irritaste a Yahveh, tu Dios, en el desierto; desde el día en que saliste de la tierra de Egipto hasta que llegaste a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahveh.

    8. Ya en el Horeb provocasteis la ira de Yahveh, y Yahveh se encolerizó contra vosotros, hasta el punto de querer exterminaros.

    9. Cuando subí a la montaña para recibir las tablas de piedra, las tablas de la alianza que Yahveh concluyó con vosotros, estuve cuarenta días y cuarenta noches en el monte sin comer pan ni beber agua.

    10. Yahveh me entregó las dos tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios, en las que estaban todas las palabras que Yahveh os había dicho en la montaña, en medio del fuego, el día de la asamblea.

    11. Al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches me dio Yahveh las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,

    12. y Yahveh me dijo: "Anda, baja a toda prisa de aquí, porque tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les había prescrito y se han hecho una imagen de metal fundido".

    13. Después Yahveh me habló, diciendo: "Veo que este pueblo es pueblo de dura cerviz.

    14. Déjame que los destruya y que borre su nombre de debajo del cielo, y haré de ti una nación más fuerte y numerosa que él".

    15. Me volví y bajé de la montaña, que ardía toda en llamas, llevando en mis manos las dos tablas de la alianza.

    16. Miré, y vi que habíais pecado contra Yahveh, vuestro Dios, pues os habíais fabricado un becerro de metal fundido. Pronto os habíais desviado del camino que Yahveh os tenía prescrito.

    17. Tomé entonces las dos tablas, las arrojé con mis manos y las hice añicos ante vuestros propios ojos.

    18. Luego me postré ante Yahveh y, como antes, no comí pan ni bebí agua durante cuarenta días y cuarenta noches, por todos los pecados que habíais cometido al hacer el mal a los ojos de Yahveh hasta provocar su irritación.

    19. Yo estaba aterrorizado ante la cólera y el furor con que Yahveh se había irritado contra vosotros, pues quería incluso exterminaros. Pero una vez más me escuchó Yahveh.

    20. También contra Aarón se irritó Yahveh hasta tal punto que quiso exterminarlo. Y también intercedí por Aarón.

    21. Tomé aquella obra de pecado que os habíais fabricado, aquel becerro, lo quemé, lo hice pedazos y lo trituré hasta reducirlo a polvo, y arrojé ese polvo al torrente que baja de la montaña.

    22. También en Taberá, y en Masá, y en Quibrot Hatavá, irritasteis a Yahveh.

    23. Y cuando Yahveh os envió desde Cades Barnea, diciéndoos: "Subid y apoderaos del país que os he dado", fuisteis rebeldes a la orden de Yahveh, vuestro Dios; no tuvisteis fe en él y no escuchasteis su voz.

    24. Habéis sido rebeldes a Yahveh desde el día en que os conocí.

    25. Me postré, pues, delante de Yahveh y permanecí así postrado aquellos cuarenta días y cuarenta noches, pues Yahveh hablaba de exterminaros.

    26. Pero yo suplicaba a Yahveh, diciéndole: "Señor Yahveh, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, que redimiste por tu grandeza y sacaste de Egipto con mano fuerte.

    27. Acuérdate de tus siervos, de Abrahán, de Isaac y de Jacob; no tengas en cuenta la indocilidad de este pueblo, ni su perversidad ni su pecado;

    28. no sea que digan los del país del cual nos sacaste: "Por no haber podido Yahveh hacerlos entrar en el país que les había prometido, y porque los odiaba, los sacó fuera, para hacerlos morir en el desierto".

    29. Sin embargo, son tu pueblo, tu heredad, que sacaste fuera con tu gran poder y brazo tenso".