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viernes, julio 19, 2024
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    Hechos 5 - Serafín de Ausejo 1975

    Ananías y Safira

    1. Cierto hombre llamado Ananías, de acuerdo con su mujer, Safira, vendió un campo

    2. y, a sabiendas de ella, guardó parte de su precio y llevó y puso a los pies de los apóstoles sólo la otra parte.

    3. Pedro le dijo: "Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón impulsándote a engañar al Espíritu Santo y a guardarte una parte del precio del campo?

    4. ¿No eras dueño para quedarte con él, y no podías disponer plenamente de él aun después de vendido? ¿Por qué te decidiste a hacer lo que has hecho? No has defraudado a los hombres, sino a Dios".

    5. Al oír Ananías estas palabras cayó al suelo y expiró. Y un gran temor se apoderó de todos los oyentes.

    6. Se levantaron los jóvenes, lo amortajaron y lo llevaron a enterrar.

    7. Unas tres horas más tarde, entró su mujer, ignorante de lo que había sucedido.

    8. Pedro le preguntó: "Dime si habéis vendido el campo en tanto". Y ella le contestó: "Sí, en tanto".

    9. Y Pedro a ella: "¿Conque os pusisteis de acuerdo entre vosotros para tentar al Espíritu del Señor? Pues mira, están llegando a la puerta los que acaban de enterrar a tu marido, y te llevarán a ti".

    10. Cayó al instante a sus pies y expiró. Al entrar los jóvenes la encontraron muerta y la llevaron a enterrar junto a su marido.

    11. Y un gran temor se apoderó de toda la Iglesia y de todos los que oyeron estas cosas.

    Muchas señales y maravillas

    12. Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo. Se reunían todos juntos en el pórtico de Salomón.

    13. De los demás, nadie se atrevía a mezclarse con ellos; pero el pueblo los tenía en gran estima.

    14. Cada día se agregaban nuevos creyentes en el Señor, multitud de hombres y de mujeres,

    15. hasta el extremo de sacar los enfermos a las plazas y ponerlos sobre lechos y camillas, para que, al paso de Pedro, siquiera su sombra tocara a alguno de ellos.

    16. Concurría también muchedumbre de gente de los alrededores de Jerusalén llevando enfermos y atormentados por espíritus impuros, y todos quedaban curados.

    Pedro y Juan son perseguidos

    17. Entonces el sumo sacerdote y todos los suyos, los de la secta de los saduceos, se llenaron de ira,

    18. echaron mano a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.

    19. Pero, durante la noche, un ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel, los sacó y les dijo:

    20. "Id, presentaos en el templo y hablad al pueblo todas estas palabras de vida".

    21. Oído esto, entraron en el templo muy de mañana y se pusieron a enseñar. Llegó el sumo sacerdote con los suyos, convocaron al sanedrín y a todo el senado de ancianos de los israelitas y ordenaron que los trajeran de la cárcel.

    22. Fueron allá los guardias pero no los encontraron en la cárcel y se volvieron para informar:

    23. "Hemos hallado la cárcel perfectamente cerrada y a los centinelas en pie junto a las puertas, pero, al abrirlas, no hemos encontrado a nadie dentro".

    24. Cuando lo oyeron, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes acertaban a explicarse qué habría sido de ellos.

    25. Llegó entonces uno anunciándoles: "Los hombres que metisteis en la cárcel andan sueltos por el templo, enseñando al pueblo".

    26. Fue entonces el jefe de la guardia con sus hombres y los condujeron, sin violencia, porque temían al pueblo, no fueran a apedrearles.

    27. Los llevaron, pues, y los presentaron al sanedrín. El sumo sacerdote los interrogó diciendo:

    28. "Os habíamos ordenado severamente que no enseñarais en ese nombre, y resulta que habéis llenado Jerusalén con vuestras enseñanzas y queréis hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre".

    29. Pedro y los apóstoles respondieron: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

    30. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros disteis muerte colgándolo de un madero.

    31. A éste lo ha exaltado Dios a su diestra como príncipe y salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de los pecados.

    32. Testigos de estas cosas somos nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha concedido a los que le obedecen".

    33. Ellos, al oírlos, llenos de rabia, estaban resueltos a acabar con ellos.

    34. Pero se levantó en el sanedrín un fariseo, llamado Gamaliel, doctor de la Ley, estimado por todo el pueblo, el cual mandó que los hicieran salir por un momento,

    35. y dijo: "Israelitas, pensad bien qué vais a hacer con estos hombres.

    36. Porque hace tiempo apareció Teudas, haciéndose pasar por un personaje, y se le unieron alrededor de cuatrocientos hombres. Él fue muerto, y todos sus adeptos se dispersaron y fueron reducidos a la nada.

    37. Después de él se presentó Judas de Galilea, en los días del censo, y arrastró gente en su seguimiento; también éste pereció, y todos sus adeptos se dispersaron.

    38. Y ahora yo os digo: dejad en paz a estos hombres y soltadlos. Porque, si fuese cosa de hombres, este plan o esta obra se vendrán abajo;

    39. pero, si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos. Y no vayáis a encontraros con que estáis en lucha contra Dios". Siguieron este parecer.

    40. Llamaron a los apóstoles, después de azotarlos les ordenaron que no volvieran a hablar del nombre de Jesús, y los soltaron.

    41. Ellos, pues, salían gozosos de la presencia del sanedrín, porque habían sido dignos de padecer afrentas por el Nombre.

    42. Y no cesaban de enseñar y anunciar el evangelio de Cristo Jesús todos los días en el templo y por las casas.