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jueves, julio 18, 2024
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    Juan 11 - Serafín de Ausejo 1975

    Muerte de Lázaro

    1. Había un enfermo, llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta.

    2. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que había caído enfermo, era su hermano.

    3. Enviaron, pues, las hermanas a decir a Jesús: "Señor, mira que aquel a quien amas está enfermo".

    4. Cuando Jesús lo oyó, dijo: "Esta enfermedad no es de muerte sino para la gloria de Dios: para que por ella sea glorificado el Hijo de Dios".

    5. Amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.

    6. Sin embargo, cuando oyó que estaba enfermo, todavía se demoró dos días en el lugar donde se encontraba.

    7. Sólo entonces dice a los discípulos: "Vámonos de nuevo a Judea".

    8. Dícenle los discípulos: " Rabbí, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y otra vez quieres ir allí?".

    9. Respondió Jesús: "¿No son doce las horas del día? Cuando uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.

    10. Pero si uno camina de noche, tropieza, porque no tiene luz".

    11. Esto dijo; y después les añade: "Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo".

    12. Dijéronle los discípulos: "Señor, si se ha dormido, se pondrá bueno".

    13. Jesús se había referido a la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.

    14. Entonces les dijo Jesús claramente: "Lázaro ha muerto;

    15. y me alegro de no haber estado allí, por vosotros: para que creáis. Pero vayamos a su casa".

    16. Tomás, llamado el Mellizo, dijo a sus condiscípulos: "Vamos también nosotros a morir con él".

    Jesús, la resurrección y la vida

    17. Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

    18. Betania estaba cerca de Jerusalén, como unos quince estadios.

    19. Habían venido muchos judíos a casa de Marta y María, para consolarlas por lo de su hermano.

    20. Cuando oyó Marta que llegaba Jesús, salió a su encuentro; María, en cambio, seguía sentada en la casa.

    21. Dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

    22. Pero aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá".

    23. Dícele Jesús: "Tu hermano resucitará".

    24. Marta contestó: "Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día".

    25. Jesús le respondió: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá;

    26. y todo el que vive y cree en mí, jamás morirá. ¿Crees tú esto?".

    27. Ella le contesta: "Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".

    Jesús llora ante la tumba de Lázaro

    28. Tras estas palabras, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: "El Maestro está aquí y te llama".

    29. María, al oírlo, se levantó en seguida y salió a donde él estaba,

    30. pues Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado.

    31. Cuando los judíos que estaban en la casa con María dándole el pésame vieron que se levantaba tan precipitadamente y salía fuera la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.

    32. Cuando llegó María a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano".

    33. Jesús, al ver que ella lloraba y que también lloraban los judíos que habían venido con ella, se estremeció profundamente y se conmovió.

    34. Luego preguntó: "¿Dónde lo habéis puesto?". Y le contestan: "Señor, ven y míralo".

    35. Jesús rompió a llorar.

    36. Decían los judíos: "¡Mira, cuánto le quería!".

    37. Pero algunos de ellos añadieron: "Y éste que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho también que este hombre no muriera?".

    Resurrección de Lázaro

    38. Jesús, nuevamente conmovido, se acercó al sepulcro, que era una cueva, con una losa puesta encima.

    39. Dice Jesús: "Quitad la losa". Marta, la hermana del difunto, le dice: "Señor, ya hiede, pues lleva cuatro días".

    40. Jesús le responde: "¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?".

    41. Quitaron, pues, la losa. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por haberme escuchado.

    42. Yo bien sabía que me escuchas siempre; pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado".

    43. Y después de decir esto, gritó con voz potente: "¡Lázaro, sal fuera!".

    44. Salió el muerto, con los pies y las manos atadas con vendas, y con el rostro envuelto en un sudario. Díceles Jesús: "Desatadlo y dejadle que camine".

    El complot para matar a Jesús

    45. Cuando vieron lo que había hecho, muchos de los judíos llegados a casa de María creyeron en él.

    46. Pero algunos de ellos se fueron a los fariseos para contarles lo que Jesús acababa de hacer.

    47. Los pontífices y los fariseos reunieron el sanedrín y decían: "¿Qué hacemos, en vista de que este hombre realiza tantas señales?

    48. Si lo dejamos continuar así, todos creerán en él, vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar santo y con nuestro pueblo".

    49. Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Vosotros no entendéis nada;

    50. no os dais cuenta de que más os conviene que muera sólo un hombre por el pueblo, y no que toda la nación vaya a la ruina".

    51. Pero esto no lo dijo por su cuenta; sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación,

    52. y no por la nación sola, sino también para reunir juntos a los hijos de Dios que estaban dispersos.

    53. Desde aquel día tomaron la determinación de quitarle la vida.

    54. Por eso Jesús ya no andaba en público entre los judíos, sino que se fue de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, donde permaneció en compañía de sus discípulos.

    55. Estaba ya próxima la pascua de los judíos y era mucha la gente de la región que había subido a Jerusalén antes de la pascua para purificarse.

    56. Buscaban, pues, a Jesús y se decían unos a otros mientras andaban por el templo: "¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta o no?".

    57. Es que los pontífices y los fariseos habían dado ya órdenes de que todo el que supiera dónde estaba lo denunciara, para ir ellos a prenderlo.