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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 9 - Serafín de Ausejo 1975

    Misión de los doce discípulos

    1. Convocó a los Doce y les dio poder y potestad sobre todos los demonios y para curar enfermedades.

    2. Los envió a predicar el reino de Dios y a curar

    3. y les dijo: "Nada toméis para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis cada uno dos túnicas.

    4. Permaneced alojados hasta vuestra partida en la casa en que entréis.

    5. Y si algunos no os reciben, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos".

    6. Partieron, pues; y recorrían todas las aldeas, anunciando el evangelio y curando por doquier.

    Muerte de Juan el Bautista

    7. Oyó hablar el tetrarca Herodes de todos estos sucesos y andaba muy perplejo, porque unos decían: "Es Juan, que ha resucitado de entre los muertos";

    8. y otros: "Es Elías, que se ha aparecido"; y otros, en fin: "Es algún profeta de los antiguos, que ha resucitado".

    9. Pero Herodes decía: "A Juan lo decapité yo. Entonces, ¿quién es éste, de quien oigo tales cosas?" Y andaba deseoso de verlo.

    Alimentación de los cinco mil

    10. Regresaron los apóstoles y contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Él los tomó consigo y se retiró a solas, hacia una ciudad llamada Betsaida.

    11. Pero al darse cuenta de ello la gente, lo siguieron. Él los acogió y les hablaba del reino de Dios, al tiempo que devolvía la salud a los que tenían necesidad de curación.

    12. Comenzaba ya a declinar el día, cuando se le acercaron los Doce y le dijeron: "Despide ya al pueblo, para que vayan a las aldeas y caseríos del contorno, a fin de que encuentren alojamiento y comida, pues aquí estamos en un lugar despoblado".

    13. Él les respondió: "Dadles vosotros de comer". Pero ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar alimentos para toda esta gente".

    14. Pues había unos cinco mil hombres. Dijo entonces a sus discípulos: "Haced que se sienten por grupos de cincuenta".

    15. Lo hicieron así y se sentaron todos.

    16. Tomó pues, los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, dijo la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que los sirvieran al pueblo.

    17. Comieron todos hasta quedar saciados; y se recogieron doce canastos con las sobras. Estaba él un día haciendo oración en un lugar apartado y los discípulos estaban con él. Les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".

    La confesión de Pedro

    18.

    19. Ellos le respondieron: "Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que uno de los profetas antiguos, que ha resucitado".

    20. Él les dijo: "Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Tomando la palabra Pedro, dijo: "El Cristo de Dios".

    Jesús anuncia su muerte

    21. Pero él, con palabras enérgicas, les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

    22. "EI Hijo del hombre -añadió- tiene que padecer mucho; será reprobado por los ancianos, los pontífices y los escribas y será llevado a la muerte. Pero al tercer día resucitará".

    23. Decía luego a todos: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue cada día con su cruz y sígame.

    24. Pues quien quiera poner a salvo su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la pondrá a salvo.

    25. Porque, ¿qué provecho saca un hombre ganando el mundo entero, si se echa a perder o se malogra a sí mismo?

    26. Porque, si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y la de su Padre y la de los santos ángeles.

    27. Os lo digo de verdad: hay algunos de los aquí presentes que no experimentarán la muerte hasta que vean el reino de Dios".

    La transfiguración

    28. Unos ocho días después de estos discursos, tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar.

    29. Y mientras estaba orando, el aspecto de su rostro se transformó y sus vestidos se volvieron de una blancura deslumbrante.

    30. Y he aquí que dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,

    31. que, aparecidos en gloria, hablaban de la partida que él había de cumplir en Jerusalén.

    32. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero se despertaron y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que con él estaban.

    33. Cuando éstos estaban a punto de separarse de él, dijo Pedro a Jesús: "¡Maestro! ¡Qué bueno seria quedarnos aquí! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías"; sin saber lo que decía.

    34. Mientras él hablaba así, se formó una nube que los envolvió; y quedaron sobrecogidos cuando se vieron dentro de ella.

    35. De la nube salió una voz que decía: " Este es mi Hijo, el elegido; escuchadlo".

    36. Cuando se extinguió la voz, encontraron a Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, de momento, a nadie refirieron nada de lo que habían visto.

    Jesús sana a un muchacho endemoniado

    37. Al día siguiente, cuando bajaban del monte, le salió al encuentro una gran multitud.

    38. De pronto, un hombre que estaba entre la multitud se puso a gritar: "¡Maestro, fíjate en mi hijo, por favor! Es mi único hijo.

    39. Y mira: un espíritu se apodera de él, y de repente grita y lo agita con violentas convulsiones, haciéndole echar espumarajos; y cuando a duras penas se aparta de él, lo deja todo magullado.

    40. He rogado a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han sido capaces".

    41. Jesús respondió: "¡Oh generación incrédula y pervertida! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros y soportaros? Trae aquí a tu hijo".

    42. Cuando éste se acercaba, el demonio lo tiró por tierra y lo agitó con violentas convulsiones. Entonces Jesús increpó al espíritu impuro, curó al muchacho y se lo devolvió a su padre.

    43. Todos quedaron llenos de asombro ante el poder admirable de Dios. Mientras todos estaban maravillados de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

    Jesús anuncia otra vez su muerte

    44. "Grabad bien en vuestros oídos las palabras que os voy a decir: el Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de los hombres".

    45. Ellos no comprendían tales cosas, pues les parecían tan obscuras que no captaban su sentido; pero les daba miedo preguntarle acerca de ellas.

    ¿Quién es el mayor?

    46. Surgió entre ellos la cuestión acerca de quién sería el mayor de todos.

    47. Jesús, penetrando los pensamientos de su corazón, tomó a un niño, lo puso junto a sí

    48. y les dijo: "Quien acoge a este niño en mi nombre, es a mí a quien acoge; y quien me acoge a mí, acoge a aquel que me envió. Porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es grande".

    El que no es contra nosotros, por nosotros es

    49. Entonces Juan, tomando la palabra, dijo: "Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre y queríamos impedírselo, porque no anda con nosotros".

    50. Pero Jesús le contestó: "No se lo impidáis: que quien no está contra vosotros, a favor vuestro está".

    Jesús reprende a Jacobo y a Juan

    51. Y sucedió que, al cumplirse el tiempo de su elevación, tomó la decisión irrevocable de ir a Jerusalén

    52. y envió por delante a unos mensajeros. Fueron éstos y entraron en una aldea de samaritanos, con el fin de prepararle alojamiento.

    53. Pero no lo quisieron recibir, porque tenía el aire de dirigirse a Jerusalén.

    54. Cuando los discípulos Santiago y Juan vieron esto le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y los devore? ".

    55. Pero Jesús, volviéndose hacia ellos, los reprendió.

    56. Y se fueron a otra aldea.

    Los que querían seguir a Jesús

    57. Mientras proseguían su marcha, uno le dijo por el camino: "Te seguiré adondequiera que vayas".

    58. Y Jesús le contestó: "Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".

    59. A otro le dijo: "Sígueme". Este respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre".

    60. Jesús le replicó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, vete a anunciar el reino de Dios".

    61. También dijo otro: "Te seguiré, Señor; pero permíteme que vaya primero a despedirme de los míos".

    62. Jesús le respondió: "Ninguno que echa mano al arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios".