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miércoles, julio 17, 2024
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    Marcos 12 - Serafín de Ausejo 1975

    Los labradores malvados

    1. Y comenzó a hablarles en parábolas. "Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, excavó un lagar y construyó una torre; luego la arrendó a unos viñadores y se fue lejos de su tierra.

    2. A su tiempo envió un criado a los viñadores, para percibir de ellos los frutos de la viña que le correspondían.

    3. Pero ellos le echaron mano, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.

    4. De nuevo les envió otro criado; pero a éste lo descalabraron y llenaron de ultrajes.

    5. Todavía envió un tercero; pero a éste lo mataron. Después, a muchos otros, a unos los apalearon y a otros los mataron.

    6. Todavía le quedaba alguien: un hijo muy querido. Lo envió, pues, a ellos en último lugar, pensando: "A mi hijo lo respetarán".

    7. Pero aquellos viñadores se dijeron unos a otros: "Éste es el heredero. Vamos a matarlo y la heredad será nuestra".

    8. Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

    9. ¿Qué hará el dueño de la viña? Volverá, acabará con aquellos viñadores y arrendará la viña a otros.

    10. ¿Ni siquiera habéis leído este pasaje de la Escritura: La piedra que rechazaron los constructores se ha tornado en remate de la esquina.

    11. Esto es obra del Señor y es maravilla a nuestros ojos?".

    12. Ellos intentaban apresarlo, pero tuvieron miedo al pueblo; pues se habían dado cuenta de que por ellos había dicho esa parábola. Lo dejaron, pues, y se fueron.

    La cuestión del tributo

    13. Luego le envían algunos fariseos y herodianos para cazarlo en alguna palabra.

    14. Llegan, pues, y le dicen: "Maestro, sabemos que eres sincero y que nada te importa de nadie; porque no te fijas en las apariencias de las personas, sino que enseñas realmente el camino de Dios. ¿Es lícito pagar tributo al César: sí o no? ¿Debemos pagarlo o no debemos pagarlo?".

    15. Pero él, sabiendo bien su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tendéis trampas? Traedme un denario para verlo".

    16. Se lo llevaron y él les pregunta: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Ellos le respondieron: "Del César".

    17. Entonces Jesús les dijo: "Pagad lo del César al César, y lo de Dios a Dios". Y quedaron admirados de él.

    La pregunta sobre la resurrección

    18. Después vienen a él unos saduceos -los cuales afirman que no hay resurrección- y le preguntan:

    19. "Maestro, Moisés nos dejó escrito que, si un hermano muere dejando mujer sin hijos, otro hermano suyo debe tomar esa mujer, para darle sucesión al hermano difunto.

    20. Pues bien, eran siete hermanos; el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia.

    21. También el segundo se casó con ella, pero murió sin dejar descendencia; y lo mismo el tercero;

    22. y ninguno de los siete dejó descendencia. Al final de todos, murió también la mujer.

    23. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer".

    24. Jesús les contestó: "¿No estáis en el error, precisamente por desconocer las Escrituras y el poder de Dios?

    25. Porque, cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, sino que serán como ángeles en el cielo.

    26. Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cuando aquello de la zarza, cómo le dijo Dios: Yo soy el Dios de Abrahan, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?

    27. Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis completamente equivocados".

    El gran mandamiento

    28. Entonces se le acercó uno de los escribas, que había estado oyéndoles discutir y había visto lo bien que les había respondido, y le preguntó: "¿Cuál es el mandamiento primero de todos?".

    29. Respondió Jesús: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor,

    30. y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.

    31. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento alguno mayor que éstos".

    32. Entonces le dijo el escriba: "Muy bien, Maestro; con razón has dicho que Él es el único y que no hay otro fuera de Él;

    33. y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale mucho más que todos los holocaustos y sacrificios".

    34. Entonces Jesús, viendo que había respondido con tanta sensatez, le dijo: "No estás tú lejos del reino de Dios". Y nadie se atrevía ya a hacerle más preguntas.

    ¿De quién es hijo el Cristo?

    35. Tomando entonces Jesús la palabra, decía mientras enseñaba en el templo: "¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

    36. David mismo dijo, inspirado por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.

    37. El mismo David lo llama "Señor"; entonces, ¿a título de qué es hijo suyo?". El pueblo, muy numeroso, lo escuchaba con agrado.

    Jesús acusa a los escribas

    38. En su enseñanza decía: "Guardaos de los escribas, que se complacen en pasearse con amplias vestiduras, acaparar los saludos en las plazas

    39. y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes;

    40. que devoran las casas de las viudas mientras fingen entregarse a largos rezos. Ésos tendrán condenación más severa".

    La ofrenda de la viuda

    41. Estaba sentado frente al tesoro y observaba cómo la gente echaba en él monedas de cobre; eran numerosos los ricos que echaban mucho.

    42. Llegó también una pobre viuda, que echó dos monedas muy pequeñas, equivalentes a un cuarto de as.

    43. Llamó entonces a sus discípulos junto a sí y les dijo: "Os aseguro que esta viuda pobre echó más que todos los demás en el tesoro.

    44. Porque todos ellos echaron de lo que les sobraba; pero ésta, de su pobreza, echó todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir".