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jueves, julio 18, 2024
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    1 Samuel 24 - Torres Amat

    David perdona la vida a Saúl en En-gadi

    1. Y como Saúl volviese de haber perseguido a los filisteos, le avisaron, diciendo: Mira que David está en el desierto de Engaddi.

    2. Tomando, pues, Saúl tres mil hombres escogidos en todo Israel, salió en busca de David y de su gente; yendo hasta por las rocas más escarpadas, accesibles sólo a las cabras monteses.

    3. Y llegó a unas majadas de ovejas, que encontró en el camino. Había allí una cueva, donde entró Saúl a desocupar el vientre; y David estaba con los suyos escondido en lo más profundo de ella.

    4. Le dijeron, pues, a David, sus criados: He aquí el día feliz del cual te dijo el Señor: Yo pondré en tus manos a tu enemigo, para que hagas de él lo que gustares. Entonces David se levantó, y cortó sin ser sentido la orla del manto de Saúl.

    5. E inmediatamente le remordió a David su conciencia de haber cortado la orla del manto de Saúl,

    6. y dijo a sus compañeros: No permita el Señor que jamás haga yo tal cosa contra mi señor, contra el ungido del Señor, de extender mi mano contra él, siendo como es el ungido del Señor.

    7. Y contuvo David con sus palabras a los suyos, no permitiéndoles que se echasen sobre Saúl. Saliendo, pues, éste de la cueva proseguía el camino comenzado;

    8. cuando se fue también David en pos de Saúl, y salido ya fuera, dio voces a espaldas de Saúl, diciendo: Mi rey y señor. Volvió Saúl la cabeza, y postrándose David hasta el suelo, le hizo una profunda reverencia.

    9. Y dijo a Saúl: ¿Por qué das oídos a las palabras de aquellos que te dicen: David anda maquinando tu ruina?

    10. Hoy ves con tus mismos ojos que el Señor te ha puesto en mis manos en la cueva; me asaltó o me propusieron el pensamiento de matarte; pero me he abstenido de hacerlo, porque dije entre mí: No levantaré yo mi mano contra mi señor; por cuanto es el ungido del Señor.

    11. Observa, pues, ¡oh padre mío!, y reconoce si es la orla de tu clámide o manto la que tengo en mi mano, y cómo al cortar la extremidad de tu vestido no he querido extender mi mano contra ti. Considera ahora tú mismo, y persuádete de que no soy culpable en nada, ni de injusticia, ni de pecado contra ti; tú, por el contrario, andas poniendo asechanzas a mi vida para quitármela.

    12. Juzgue el Señor entre mí y entre ti, y hágame él justicia respecto de ti; pero yo jamás pondré la mano sobre ti.

    13. De impíos es hacer acciones impías, según dice el antiguo proverbio; y así Dios me libre de extender mi mano contra ti.

    14. Pero ¿a quién persigues, oh rey de Israel? ¿Quién es al que tú persigues? Persigues a un perro muerto, a una pulga.

    15. Sea juez el Señor, y sentencie entre mí y entre ti; examine y juzgue mi causa, y me libre de tus manos.

    16. Luego que David acabó de hablar tales palabras a Saúl, dijo éste: ¿No es esta voz la tuya, hijo mío David? Y al mismo tiempo lanzó Saúl un grito, y comenzó a llorar.

    17. Y dijo a David: Más justo eres tú que yo; porque tú no me has hecho sino bienes, y yo te he pagado con males.

    18. Tú has mostrado hoy el bien que me has hecho; puesto que me ha entregado el Señor en tus manos, y no me has quitado la vida.

    19. Porque, ¿quién es el que hallando a su enemigo desprevenido, le deja ir sin hacerle daño? El Señor te dé la recompensa por lo que hoy has hecho conmigo.

    20. Y ahora, sabiendo de cierto, como sé, que tú reinarás y poseer el reino de Israel,

    21. júrame por el Señor que no extinguirás mi descendencia después de mi muerte, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre.

    22. Y se lo juró David. Con lo cual se retiró Saúl a su casa; pero David y los suyos subieron a lugares más seguros.