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jueves, julio 18, 2024
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    Lucas 7 - Torres Amat

    Jesús sana al siervo de un centurión

    1. Concluida toda su prédica al pueblo que le escuchaba, entró en Cafarnaúm.

    2. Estaba allí a la sazón un centurión que tenía enfermo y a la muerte un criado, a quien estimaba mucho.

    3. Habiendo oído hablar de Jesús , le envió algunos de los ancianos o senadores de los judíos, a suplicarle que viniese a curar a su criado.

    4. Ellos en consecuencia llegados que fueron a Jesús , le rogaban con gran empeño que condescendiese: Es un sujeto, le decían, que merece que les hagas este favor,

    5. porque es afecto a nuestra nación, y aun nos ha construido una sinagoga.

    6. Iba, pues, Jesús con ellos. Y estando ya cerca de la casa, el centurión le envió a decir por sus amigos: Señor, no te tomes esa molestia, que no merezco yo que tú entres dentro de mi morada.

    7. Por cuya razón, tampoco me tuve por digno de salir en persona a buscarte; pero di tan solo una palabra, y sanará mi criado.

    8. Pues aun yo que soy un oficial subalterno, como tengo soldados a mis órdenes, digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi criado: Haz esto, y lo hace.

    9. Así que Jesús oyó esto, quedó como admirado, y vuelto a las muchas gentes que le seguían, dijo: En verdad os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tan grande.

    10. Vueltos a casa los enviados, hallaron sano al criado que había estado enfermo.

    Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín

    11. Sucedió después que iba Jesús camino de la ciudad llamada Naím, y con él iban sus discípulos y mucho gentío.

    12. Y cuando estaba cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; e iba con ella gran acompañamiento de personas de la ciudad.

    13. Así que la vio el Señor, movido a compasión, le dijo: No llores.

    14. Y se arrimó y tocó el féretro. (Y los que lo llevaban, se pararon). Dijo entonces: Mancebo, yo te lo mando, levántate.

    15. Y luego se incorporó el difunto, y comenzó a hablar. Y Jesús lo entregó a su madre.

    16. Con esto quedaron todos penetrados de temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha aparecido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.

    17. Y se esparció la fama de este milagro por toda la Judea y por todas las regiones circunvecinas.

    Los mensajeros de Juan el Bautista

    18. De todas estas cosas informaron a Juan sus discípulos.

    19. Y Juan, llamando a dos de ellos, los envió a Jesús para que le hiciesen esta pregunta: ¿Eres tú aquel que vendrá a salvar al mundo, o debemos esperar a otro?

    20. Llegados a él los tales, le dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti para preguntarte: ¿Eres tú aquel que vendrá, o debemos esperar a otro?

    21. (En la misma hora curó Jesús a muchos de sus enfermedades y llagas, y de espíritus malignos, y dio vista a muchos ciegos).

    22. Les respondió, pues, diciendo: Id y contad a Juan las cosas que habéis oído y visto; cómo los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia la buena nueva,

    23. y bienaventurado aquel que no se escandalizare de mi proceder.

    24. Así que hubieron partido los enviados de Juan, Jesús se dirigió al numeroso auditorio, y les habló de Juan en esta forma: ¿Qué salisteis a ver en el desierto?; ¿alguna caña sacudida del viento?

    25. O ¿qué es lo que salisteis a ver?; ¿algún hombre vestido de ropas delicadas? Ya sabéis que los que visten preciosas ropas y viven en delicias, en palacios de reyes están.

    26. En fin, ¿qué salisteis a ver?; ¿un profeta? Sí, ciertamente, yo os lo aseguro, y aun más que profeta.

    27. Pues él es de quien está escrito: Mira que yo envío delante de ti mi ángel, el cual vaya preparándote el camino.

    28. Por lo que os digo: Entre los nacidos de mujeres, ningún profeta es mayor que Juan Bautista; si bien aquel que es el más pequeño en el reino de Dios, es mayor que él.

    29. Todo el pueblo y los publicanos, habiéndole oído, entraron en los designios de Dios recibiendo el bautismo de Juan.

    30. Pero los fariseos y doctores de la ley despreciaron en daño de sí mismos el designio de Dios, no habiendo recibido dicho bautismo .

    31. Ahora bien, concluyó el Señor: ¿A quien diré que es semejante esta raza de hombres?; y ¿a quién se parecen?

    32. Se parecen a los muchachos sentados en la plaza y que por vía de juego hablan con los de enfrente, y les dicen: Os cantamos al son de la flauta, y no habéis danzado; entonamos lamentaciones, y no habéis llorado.

    33. Vino Juan Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y habéis dicho: Está endemoniado.

    34. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe y decís: He aquí un hombre voraz y bebedor, amigo de publicanos y de gentes de mala vida.

    35. Mas la sabiduría ha sido justificada por todos los hijos.

    Jesús en el hogar de Simón el fariseo

    36. Le rogó uno de los fariseos que fuera a comer con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se puso a la mesa.

    37. Cuando he aquí que una mujer de la ciudad, que era, o había sido, de mala conducta, luego que supo que se había puesto a la mesa en casa del fariseo, trajo un vaso de alabastro lleno de bálsamo o perfume;

    38. y arrimándose por detrás a sus pies, comenzó a bañárselos con sus lágrimas, y los limpiaba con los cabellos y los besaba, y derramaba sobre ellos el perfume.

    39. Lo que viendo el fariseo que le había convidado, decía para consigo: Si este hombre fuera profeta, bien conocería quién, y qué tal es la mujer que le está tocando, o que es una mujer de mala vida.

    40. Jesús respondiendo a su pensamiento, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Di, maestro, respondió él.

    41. Cierto acreedor tenía dos deudores, uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta.

    42. No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de ellos a tu parecer le amará más?

    43. Respondió Simón: Hago juicio que aquel a quien se perdonó más. Y le dijo Jesús : Has juzgado rectamente.

    44. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me has dado agua con que se lavaran mis pies; mas ésta ha bañado mis pies con sus lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.

    45. Tú no me has dado el ósculo de paz; pero ésta desde que llegó no ha cesado de besar mis pies.

    46. Tú no has ungido con óleo o perfume mi cabeza; y ésta ha derramado sobre mis pies sus perfumes.

    47. Por todo lo cual te digo que le son perdonados muchos pecados, porque ha amado mucho. Que ama menos aquel a quien menos se le perdona.

    48. En seguida dijo a la mujer: Perdonados te son tus pecados.

    49. Y luego los convidados empezaron a decir interiormente: ¿Quién es éste que también perdona pecados?

    50. Mas él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.