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domingo, agosto 18, 2024
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    Proverbios 23 - Torres Amat

    1. Cuando te sentares a comer con un príncipe, repara con atención lo que te ponen delante.

    2. Y si es que dominas tu apetito, aplica el cuchillo como para tapar tu garganta.

    3. No apetezcas sus exquisitas viandas, pues son un manjar engañoso.

    4. No te afanes por enriquecerte, antes bien pon coto a tu industria.

    5. No pongas tus ojos en las riquezas que no puedes adquirir; porque ellas tomarán alas como de águila, y se irán volando por el aire.

    6. No vayas a comer con el hombre envidioso, ni desees su mesa;

    7. puesto que, a manera de adivino y astrólogo, está calculando de antemano lo que aún no sabe que le gastarás. Come y bebe, te dirá él; mas su corazón no está contigo.

    8. Vomitarás cuanto comiste, y habrás desperdiciado tu amena conversación.

    9. No te metas a discurrir en presencia de los necios; porque despreciarán tus juiciosos razonamientos.

    10. No cambies los linderos de los menores de edad, ni te metas en la herencia de los huérfanos;

    11. porque es su curador el Todopoderoso, y defenderá contra ti la causa de ellos.

    12. Que se aplique tu corazón a la doctrina, y tus oídos a las máximas de sabiduría.

    13. No escasees la corrección al muchacho, pues aunque le des algún castigo, no morirá.

    14. Aplícale la vara del castigo, y librarás su alma del infierno.

    15. Hijo mío, si tu alma poseyere la sabiduría, mi corazón se regocijará con el tuyo;

    16. y saltarán de júbilo mis entrañas cuando proferirán tus labios razonamientos rectos.

    17. No envidie tu corazón a los pecadores; sino mantente siempre firme en el temor del Señor,

    18. con lo que al fin lograrás cuanto esperas; no quedarán burladas tus esperanzas.

    19. Escucha, ¡oh hijo mío!, y serás sabio, y enderezarás tu corazón por el camino recto.

    20. No asistas a los convites de los borrachos, ni a las comilonas de aquellos que contribuyen para los banquetes;

    21. porque con la frecuencia de beber y de pagar vendrán a arruinarse, y su soñolienta desidia los reducirá a ser unos andrajosos.

    22. Escucha a tu padre que te dio la vida, y no desprecies a tu madre cuando se hallare en la vejez.

    23. Procura adquirir a toda costa la verdad, y nunca te desprendas de la sabiduría, de la doctrina, ni de la inteligencia.

    24. Salta de júbilo el padre del justo; quien engendró un hijo sabio, hallará en él su consuelo.

    25. Tengan este gozo tu padre y tu madre, y salte de placer la que te vio nacer.

    26. Dame, ¡oh hijo mío!, tu corazón, y fija tus ojos en mis santos caminos;

    27. visto que la ramera es una sima profunda, y un estrecho pozo la adúltera.

    28. Ella acecha en el camino, como un salteador; y a cuantos incautos pasan, les quita la vida.

    29. ¿Para quién son los ayes?; ¿para qué padre son las desdichas?; ¿contra quién serán las riñas?; ¿para quién los precipicios?; ¿para quién las heridas sin motivo alguno?; ¿quién trae los ojos encendidos?

    30. ¿No son éstos los dados al vino, y los que hallan sus delicias en apurar copas?

    31. ¡Ah!, no mires al vino cuando se pone rojo, cuando resalta su color en el vidrio; él entra suavemente.

    32. Mas a la postre muerde como culebra, y esparce veneno como el áspid.

    33. Se irán después tus ojos tras la mujer de otro, y prorrumpirá tu corazón en palabras perversas e indecentes.

    34. Y vendrás a ser como el que está dormido en medio del borrascoso mar, y como el piloto soñoliento que ha perdido el timón;

    35. y al cabo dirás: Me han azotado, pero no me han dolido los azotes; me arrastraron, mas yo nada he sentido: ¿cuándo quedaré despejado para volver a beber?