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domingo, agosto 18, 2024
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    Ezequiel 27 - Reina Valera Contemporanea

    1. La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

    2. «Tú, hijo de hombre, dedica este lamento a Tiro,

    3. la ciudad asentada a la orilla del mar, la ciudad que comercia con los pueblos de las costas. Dile que así ha dicho Dios el Señor: »Tiro, tú te jactas de ser bella y perfecta.

    4. Tus límites llegan al corazón de los mares. Tus constructores completaron tu belleza:

    5. Tomaron hayas del monte Senir y con ellas hicieron tus artesonados; tomaron cedros del monte Líbano y con ellos hicieron tus mástiles;

    6. tus remos, con encinas de Basán; tus bancos, incrustados de marfil, los hicieron con pino de las costas de Quitín.

    7. Tus velas eran de fino lino egipcio, y su bordado te servía de insignia; tu pabellón era de telas azuladas y purpúreas, traídas de las costas de Elisa.

    8. »¡Ah, Tiro, que tuviste por remeros a gente de Sidón y de Arvad, y por timoneles a tus sabios!

    9. Tus barcos eran calafateados por los más hábiles obreros de Gebal; los marinos de todas las flotas del mar venían a ti para hacer negocios.

    10. »En tus ejércitos militaban soldados de Persia, Lud y Fut; de ti pendían espléndidos escudos y yelmos.

    11. Tu ejército y los mercenarios de Arvad vigilaban las murallas en tu derredor, y los gamadeos permanecían en tus torres; sus escudos pendían de tus murallas, lo cual resaltaba su belleza.

    12. »Era tal la abundancia de tus riquezas que de Tarsis venían a comerciar contigo, y a cambio de tus mercaderías te daban plata, hierro, estaño y plomo.

    13. Contigo Javán, Tubal y Mesec intercambiaban gente y objetos de bronce.

    14. Los de Bet Togarmá te pagaban con caballos, corceles de guerra y mulos.

    15. Comerciaban contigo los de Dedán, y muchas costas te compraban mercaderías y te pagaban con marfil y ébano.

    16. A cambio de tus productos Edom te daba perlas, púrpura, vestidos bordados, finos linos, corales y rubíes.

    17. Israel y Judá hacían negocios contigo, y a cambio te daban trigo de Minit y Panag, lo mismo que miel, aceite y resina.

    18. Eran tantos tus productos y tan abundante tu riqueza que Damasco hacía negocios contigo con vino de Jelbón y lana blanca.

    19. Dan y Javán venían a tus ferias, y en tu mercado ofrecían hierro forjado, mirra destilada y caña aromática.

    20. Dedán te vendía preciosos paños para que tapizaras tus carros.

    21. Arabia y todos los príncipes de Cedar hacían negocios contigo, y te pagaban con corderos, carneros y machos cabríos.

    22. También fueron tus clientes los mercaderes de Sabá y de Ragama; venían a tus ferias y te pagaban con oro y con sus mejores perfumes, y con toda clase de piedras preciosas.

    23. Contigo negociaban Harán, Cane, Edén, y los mercaderes de Sabá, Asiria y Quilmad.

    24. Estos clientes tuyos te compraban mantos de púrpura y telas bordadas, y baúles con preciosos vestidos, cordones trenzados y madera de cedro.

    25. »Las naves de Tarsis parecían caravanas que navegaban con tus mercaderías. Fue así como llegaste a ser poderosa; ¡aumentaste el número de tus barcos!

    26. Tus remeros te llevaron a grandes mares. Pero el viento solano te azotará en alta mar.

    27. Un día te hundirás en el fondo del mar, y contigo se hundirán tus riquezas, tus mercaderías y todo lo que vendías, junto con tus remeros y tus pilotos, tus calafateadores, tus agentes de negocios, tus guerreros y la tripulación entera.

    28. Las costas temblarán cuando escuchen los gritos angustiados de tus marineros.

    29. Los remeros abandonarán sus barcos, y junto con los pilotos se quedarán en tierra.

    30. Entonces dejarán oír su voz por ti, y gritarán amargamente; se echarán polvo sobre la cabeza y se revolcarán en ceniza.

    31. Por ti se arrancarán los cabellos, se pondrán vestidos de luto, y entonarán amargos y sentidos lamentos.

    32. Y en sus lamentos dirán de ti: “Tiro, ¿quién podía compararse a ti, tú que fuiste destruida en medio del mar?

    33. Tus mercaderías salían de tus naves, y con ellas saciabas a muchos pueblos; con tus muchas riquezas y tu comercio enriqueciste a los reyes de la tierra.

    34. Pero naufragaste en medio del mar, y te hundiste en las aguas profundas, y contigo se hundieron tus comerciantes; ¡se hundieron todos tus tripulantes!

    35. Asombrados quedaron al verte todos los que habitan en las costas; espantados, sus reyes temblaron de miedo, y sus rostros palidecieron.

    36. Los mercaderes de otros pueblos lanzaron silbidos de burla contra ti. Has llegado a ser motivo de espanto; ¡para siempre has dejado de existir!”»