30.5 C
Miami
miércoles, julio 17, 2024
Más


    Hechos 27 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Pablo es enviado a Roma

    1. 59-62 EC Cuando se determinó que habríamos de navegar a Italia, entregaron a Shaúl y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.

    2. Así que nos embarcamos en una nave adramiteña que salía para los puertos de Asia, y zarpamos. Estaba con nosotros Aristarco, un macedonio de Tesalónica.

    3. Al otro día, atracamos en Tsidón; y Julio, tratando a Shaúl con amabilidad, le permitió visitar a sus amigos y recibir las atenciones de ellos.

    4. Después de zarpar de allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos nos eran contrarios.

    5. Y después de cruzar por alta mar frente a Cilicia y a Panfilia, llegamos a Mira, ciudad de Licia.

    6. El centurión encontró allí una nave alejandrina que navegaba a Italia, y nos embarcó en ella.

    7. Navegamos muchos días despacio, y llegamos a duras penas frente a Gnido, porque el viento nos impedía, luego navegamos a sotavento de Creta frente a Salmón.

    8. Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.

    9. Como había transcurrido mucho tiempo y se hacía peligrosa la navegación, porque también ya había pasado el Ayuno, Shaúl los aconsejaba

    10. diciendo: “Hombres, veo que la navegación va a ser con daño y mucha pérdida, no sólo de la carga y de la nave, sino también de nuestras vidas”.

    11. Pero el centurión se dejó persuadir más por el piloto y el capitán del barco que por lo que decía Shaúl.

    12. Ya que el puerto era incómodo para pasar el invierno, la mayoría acordó zarpar de allí, a ver si de alguna manera podían llegar a Fenice, un puerto de Creta que mira al suroeste y al noroeste, para invernar allí.

    La tempestad en el mar

    13. Como sopló una brisa del sur y les pareció que ya habían logrado lo que deseaban, izaron velas e iban costeando a Creta muy de cerca.

    14. Pero no mucho después azotó a la nave un viento huracanado que se llama Noroeste.

    15. Como la nave iba arrastrada y no podía poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos llevaba a la deriva.

    16. Navegamos a sotavento de una pequeña isla que se llama Cauda, y apenas pudimos retener el bote.

    17. Y después de subirlo a bordo, se pusieron a reforzar la nave amarrándola alrededor. Pero como temían encallar en la Sirte, bajaron velas y se dejaron llevar así.

    18. Al día siguiente, mientras nos sacudía una furiosa tempestad, comenzaron a aligerar la carga;

    19. y al tercer día, con sus propias manos arrojaron los aparejos del barco.

    20. Como no aparecían ni el sol ni las estrellas por muchos días y teníamos encima una tempestad tan grande, íbamos perdiendo ya toda esperanza de salvarnos.

    21. Entonces, como hacía mucho que no comíamos, Shaúl se puso de pie en medio de ellos y dijo: “Hombres, debieron haberme escuchado y no haber partido de Creta, para evitar este daño y pérdida.

    22. Pero ahora les insto a que tengan buen ánimo, pues no se perderá la vida de ninguno de ustedes, sino solamente la nave.

    23. Porque esta noche estuvo conmigo un mensajero del Elohim de quien soy y a quien sirvo,

    24. y me dijo: ‘No temas, Shaúl. Es necesario que comparezcas ante el César, y Elohim te ha concedido todos los que navegan contigo’.

    25. Así que, señores, tengan buen ánimo, porque yo confío en Elohim que será tal como me ha dicho.

    26. Pero es necesario que demos en alguna isla”.

    27. Al cabo de catorce noches de estar nosotros a la deriva por el mar Adriático, como a la medianoche los marineros sospecharon que se acercaban a alguna tierra.

    28. Echaron la sonda y midieron veinte brazas. Pasando un poco más adelante, volvieron a echar la sonda y midieron quince brazas.

    29. Por temor a encallar, echaron las cuatro anclas de la popa, y esperaron ansiosos el amanecer.

    30. Como los marineros trataban de huir de la nave, y echaron el bote al mar simulando que iban a largar las anclas de la proa,

    31. Shaúl le dijo al centurión y a los soldados: “Si éstos no se quedan en la nave, ustedes no podrán salvarse”.

    32. Entonces los soldados cortaron las amarras del bote y dejaron que se perdiera.

    33. Cuando comenzó a amanecer, Shaúl animaba a todos a comer algo, diciendo: “Este es el decimocuarto día que están en vela y siguen en ayunas sin comer nada.

    34. Así que les ruego que coman algo, pues es por su salud; porque no perecerá ni un cabello de la cabeza de ninguno de ustedes”.

    35. Después de decir esto, tomó pan, le dio gracias a Elohim en presencia de todos, y lo partió y comenzó a comer.

    36. Cuando todos recobraron mejor ánimo, comieron ellos también.

    37. Eramos en total 276 personas en la nave.

    38. Luego, satisfechos de la comida, aligeraron la nave echando el trigo al mar.

    El naufragio

    39. Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra; pero distinguían una bahía que tenía playa, en la cual, de ser posible, se proponían varar la nave.

    40. Cortaron las anclas y las dejaron en el mar. A la vez, soltaron las amarras del timón, izaron al viento la vela de proa y se dirigieron a la playa.

    41. Pero al dar en un banco de arena entre dos corrientes, hicieron encallar la nave. Al enclavarse la proa, quedó inmóvil, mientras la popa se abría por la violencia de las olas.

    42. Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se escapara nadando;

    43. pero el centurión, queriendo librar a Shaúl, frustró su intento. Mandó a los que podían nadar que fueran los primeros en echarse para salir a tierra;

    44. y a los demás, unos en tablas, y otros en objetos de la nave. Así sucedió que todos llegaron salvos a tierra.