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    Lucas 10 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Misión de los setenta

    1. Después de estas cosas, el Maestro, designó a otros setenta, a los cuales envió delante de él de dos en dos, a toda ciudad y lugar a donde él había de ir.

    2. Y les decía: “En verdad, la cosecha es mucha, pero los obreros son pocos. Así que ruéguenle al Dueño de la cosecha, que envíe obreros a su cosecha.

    3. ¡Vayan! Miren que yo los envío como corderos en medio de lobos.

    4. No lleven bolsa, ni alforjas, ni calzado; ni saluden a nadie por el camino.

    5. “En cualquier casa donde entren, primeramente digan: ‘La paz sea en esta casa’.

    6. Si hay allí un hijo de paz, la paz de ustedes reposará sobre él; pero si no, volverá a ustedes.

    7. Alójense en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que les den; porque el obrero es digno de su salario. No anden de casa en casa.

    8. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les pongan delante.

    9. Sanen a los enfermos que haya allí y díganles: ‘El reino de Elohim se ha acercado a ustedes’.

    10. “Pero en cualquier ciudad donde entren y no los reciban, salgan a sus calles y digan:

    11. ‘Hasta el polvo de su ciudad que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra ustedes. Pero sepan esto: que el reino de Elohim se ha acercado’.

    12. Les digo que en aquel día será más tolerable [el castigo] para Sedom que para aquella ciudad.

    Ayes sobre las ciudades impenitentes

    13. “¡Pobre de ti, Korazín! ¡Pobre de ti, Bet- Tsaidah! Porque si se hubieran realizado en Tsor y en Tsidón los hechos portentosos que se han realizado en ustedes, desde hace tiempo se habrían arrepentido sentados en saco y ceniza.

    14. Por lo tanto, en el juicio será más tolerable [el castigo] para Tsor y Tsidón que para ustedes.

    15. Y tú, Kefar Najum, ¿te exaltarán hasta el cielo? ¡Hasta la Fosa te hundirán!

    16. El que los escucha me escucha a mí; el que los rechaza me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza al que me envió”.

    Regreso de los setenta

    17. Los setenta volvieron con gozo, diciendo: “Maestro, ¡hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre!”

    18. Él les dijo: “Yo vi al Satán caer del cielo como un rayo.

    19. Miren, les doy autoridad de pisar serpientes, escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada los dañará.

    20. Sin embargo, no se regocijen de esto, de que los espíritus se les sujeten, sino regocíjense de que sus nombres están inscritos en los cielos”.

    Jesús se regocija

    21. En aquel mismo momento Yahoshúa se regocijó en el espíritu de santidad y dijo: “Yo te alabo, Padre, Soberano del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos y se las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.

    22. Todas las cosas me las ha entregado mi Padre. Nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

    23. Volviéndose a los discípulos les dijo aparte: “Felices los ojos que ven lo que ven ustedes.

    24. Porque les digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.

    El buen samaritano

    25. En eso cierto maestro de la Torah se levantó para probarlo, diciendo: “Rabí, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?”

    26. Y él le dijo: “¿Qué está escrito en la Torah? ¿Cómo lees?”

    27. Él le respondió: “Amarás a Yahweh tu Elohim con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”.

    28. Le dijo: “Has respondido bien. Haz esto y vivirás”.

    29. Pero él, queriendo justificarse, le preguntó a Yahoshúa: “¿Y quién es mi prójimo?”

    30. En respuesta Yahoshúa le dijo: “Cierto hombre bajaba de Yerushaláyim a Yerejó y cayó en manos de ladrones, quienes lo despojaron de su ropa, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.

    31. Por casualidad, descendía cierto sacerdote por aquel camino; y al verlo, pasó de largo.

    32. De igual manera, un lewita también llegó al lugar; y al ir a verlo, pasó de largo.

    33. Pero cierto shomronita, que iba de viaje, llegó cerca de él; y al verlo, se llenó de compasión.

    34. Acercándose a él, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino. Y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él.

    35. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al mesonero diciéndole: ‘Cuídamelo, que todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando vuelva’.

    36. ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de ladrones?”

    37. Él dijo: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Yahoshúa le dijo: “Vé y haz tú lo mismo”.

    Jesús visita a Marta y a María

    38. Prosiguiendo ellos su camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

    39. Esta tenía una hermana que se llamaba Miryam, la cual se sentó a los pies del Rabí y se puso a escuchar su palabra.

    40. Pero Marta estaba preocupada con muchos quehaceres, y acercándose dijo: “Maestro, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado servir sola? Dile, pues, que me ayude”.

    41. Pero el Maestro le respondió: “Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas.

    42. Pero una sola cosa es necesaria. Pues Miryam ha escogido la buena parte, la cual no se le quitará”.