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    Marcos 8 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Alimentación de los cuatro mil

    1. En aquellos días, como se había reunido otra vez una gran multitud y no tenían qué comer, Yahoshúa llamó a sus discípulos y les dijo:

    2. “Me da pena con esta multitud, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen qué comer.

    3. Si los despido a sus casas en ayunas, se desmayarán en el camino; y algunos de ellos han venido de lejos”.

    4. Sus discípulos le respondieron: “¿De dónde podrá uno sacar pan para saciarlos aquí en el desierto?”

    5. Y él les preguntó: “¿Cuántos panes tienen ustedes?” Ellos dijeron: “Siete”.

    6. Entonces mandó a la multitud que se recostara en el suelo. Tomó los siete panes, y después de dar gracias, los partió y se los dio a sus discípulos para que ellos los sirvieran. Y ellos los repartieron a la multitud.

    7. También tenían unos cuantos pescaditos; y después de bendecirlos, él mandó que también los sirvieran.

    8. De modo que comieron y se saciaron, y recogieron siete canastas de los pedazos que habían sobrado,

    9. aunque eran como cuatro mil. Luego los despidió.

    10. Enseguida, entrando en la barca con sus discípulos, se fue a la región de Dalmanuta.

    La demanda de una señal

    11. Allí salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal del Cielo, para probarlo.

    12. Él suspiró profundamente en su espíritu y dijo: “¿Por qué pide una señal esta generación? En verdad les digo que a esta generación no se le dará ninguna señal”.

    13. Y dejándolos, volvió a abordar el barco y cruzó a la otra orilla.

    La levadura de los fariseos

    14. Ellos se habían olvidado de llevar panes, y no tenían consigo en el barco más que un solo pan.

    15. Y él les encargó, diciendo: “Miren, tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la levadura de Horedós”.

    16. Ellos discutían unos con otros, porque no tenían pan.

    17. Como Yahoshúa se dio cuenta, les dijo: “¿Por qué discuten? ¿Porque no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni comprenden? ¿Tienen su corazón embotado?

    18. Teniendo ojos, ¿no ven? Teniendo oídos, ¿no oyen? ¿No se acuerdan?

    19. Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron ustedes?” Ellos dijeron: “Doce”.

    20. “Y cuando repartí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron?” Ellos dijeron: “Siete”.

    21. Él les preguntó: “¿Todavía no comprenden?”

    Un ciego sanado en Betsaida

    22. Luego llegaron a Bet-Tsaidah, y le trajeron un ciego y le rogaban que lo tocara.

    23. Entonces tomando al ciego por la mano, lo sacó fuera de la aldea. Y después de mojarle los ojos con saliva e imponerle las manos, le preguntó: “¿Ves algo?”

    24. Él entonces alzó la vista y dijo: “Veo a los hombres, pero los veo como árboles que andan alrededor”.

    25. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos; el hombre fijó la vista resueltamente, y se le restauró la visión, y veía todo claramente.

    26. Entonces Yahoshúa lo envió a su casa, diciéndole: “Pero no entres en la aldea”.

    La confesión de Pedro

    27. Después salió Yahoshúa con sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”

    28. Ellos respondieron: “Unos, Yojanán el Inmersor; otros, Eliyahu; otros, uno de los profetas”.

    29. Entonces les preguntó: “Pero ustedes, ¿quién dicen que soy? Kefá respondió y le dijo: “¡Tú eres el Mashíaj!”

    30. Él les encargó enérgicamente que no le hablaran a nadie acerca de él.

    Jesús anuncia su muerte

    31. Luego comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre padeciera mucho, que los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas lo rechazaran, y que lo mataran, y que lo resucitaran después de tres días.

    32. Les expresó esto claramente. Entonces Kefá lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.

    33. Pero él se dio vuelta, y mirando a sus discípulos reprendió a Kefá diciéndole: “¡Quítateme del frente, adversario! Porque no piensas en las cosas de Elohim, sino en las de los hombres.

    34. Entonces llamó a la gente, juntamente con sus discípulos, y les dijo: “Si alguno quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su madero y sígame.

    35. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y de la Buena Noticia, la salvará.

    36. Pues, ¿de qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero y perder su vida?

    37. Porque, ¿qué no dará el hombre en rescate por su vida?

    38. Pues el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos mensajeros”.