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lunes, julio 22, 2024
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    Salmos 102 - Martin Nieto

    Oración de un afligido Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento.

    1. Oración de un afligido que, en su congoja, derrama su llanto ante el Señor

    2. Señor, escucha mi plegaria, llegue hasta ti mi grito;

    3. no me ocultes tu rostro el día de mi angustia, atiéndeme el día que te llamo, respóndeme enseguida.

    4. Pues mis días se disipan como el humo, y mis huesos queman como brasas;

    5. mi corazón se seca como hierba segada, y no me acuerdo de comer ni pan;

    6. a fuerza de gemir sólo tengo la piel pegada al hueso.

    7. Soy como el búho del desierto, como la lechuza entre ruinas;

    8. no duermo nada, soy como el pájaro solitario en el tejado.

    9. Mis enemigos me ultrajan sin cesar, me maldicen enfurecidos contra mí.

    10. En vez de pan como ceniza, y mezclo mi bebida con mis lágrimas.

    11. Por tu indignación y tu furor me has levantado y me has tirado lejos;

    12. mis días son como la sombra que declina, y me voy secando como el heno.

    13. Mas tú, Señor, reinas por siempre, tu memoria permanece por todas las edades.

    14. Levántate y ten misericordia de Sión, pues ya es hora de que tengas piedad, sí, ya ha llegado la hora.

    15. Porque tus siervos aman sus piedras y sienten dolor por sus ruinas.

    16. Las naciones respetarán el nombre del Señor y los reyes de la tierra tu gloria,

    17. cuando el Señor reconstruya a Sión y aparezca en su gloria,

    18. cuando atienda la oración del expoliado, y no rechace sus ruegos.

    19. Que esto quede escrito para la edad futura, y los que luego nazcan alaben al Señor.

    20. El Señor se asomó desde su excelso santuario, miró desde los cielos a la tierra,

    21. para escuchar el gemido de los encarcelados y libertar a los condenados a muerte;

    22. para que se pregone en Sión el nombre del Señor y su alabanza en Jerusalén;

    23. cuando se congreguen a una los pueblos y los reyes para dar culto al Señor.

    24. En pleno camino ha agotado mis fuerzas, ha acortado mis días;

    25. dije: "Dios mío, no me lleves en la mitad de mi vida, pues tus años duran la eternidad".

    26. Tú pusiste al principio los cimientos de la tierra, y los cielos son la obra de tus manos;

    27. ellos perecerán, pero tú quedarás, todos se desgastarán como la ropa, serán como la muda que se cambia.

    28. Mas tú eres siempre el mismo y tus años no terminan nunca.