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    1 Reyes 20 - Version Moderna (1929)

    Acab derrota a los sirios

    1. Y BEN-HADAD, rey de Siria, juntó todas sus fuerzas, teniendo consigo treinta y dos reyes, y caballería y carros de guerra, y subió y puso sitio a Samaria, y peleó contra ella.

    2. Y envió mensajeros a Acab, rey de Israel, dentro de la ciudad, y le dijo: Así dice Ben-hadad:

    3. Tu plata y tu oro es mío; también tus mujeres y tus hijos, los más hermosos de ellos, míos son.

    4. A lo que respondió el rey de Israel y dijo: Conforme a tu dicho, señor mío, oh rey, tuyo soy yo y cuanto tengo.

    5. Y volviendo otra vez los mensajeros, dijeron: Ben-hadad manda decirte: Es cierto que envié a ti, diciendo: Tu plata y tu oro, también tus mujeres y tus hijos me los has de dar:

    6. mañana empero, como a estas horas, enviaré mis siervos a ti, y ellos registrarán tu casa y la casa de tus siervos; y sucederá que todo lo que sea más grato a tu vista lo tomarán con su mano, y se lo llevarán.

    7. Entonces llamó el rey a todos los ancianos del país, y les dijo: Ruégoos consideréis y veáis como éste anda buscando agravios; porque envió a mí por mis mujeres, y por mis hijos, y por mi plata y por mi oro, y yo nada le he negado.

    8. Y le dijeron todos los ancianos y todo el pueblo: No le escuches, ni lo consientas.

    9. Él pues contestó a los mensajeros de Ben-hadad: Decid a mi señor el rey: Todo lo que enviaste a decir a tu siervo la vez primera, yo lo haré; pero esto no lo puedo hacer. Se fueron entonces los mensajeros y le trajeron esta respuesta.

    10. Con lo cual Ben-hadad le envió a decir: ¡Así hagan conmigo los dioses, y más aún, si el polvo de Samaria ha de bastar para llenar los puños de toda la gente que me sigue!

    11. A lo que respondió el rey de Israel, diciendo: Decidle: No se alabe el que se ciñe las armas, como el que se las desciñe.

    12. Y luego que oyó Ben-hadad esta respuesta, estando bebiendo, él y los reyes, en los pabellones, dijo a sus siervos: ¡Poneos en orden! y se pusieron en orden contra la ciudad.

    13. En esto, he aquí un profeta que se llegó a Acab, rey de Israel, y le dijo: Así dice Jehová: ¿Has visto tú aquella inmensa multitud? Pues he aquí que yo voy a darla en tu mano, hoy mismo; y sabrás que yo soy Jehová.

    14. Y dijo Acab: ¿Por medio de quién? Y él respondió: Así dice Jehová: Por medio de los mancebos de los príncipes de las provincias. Entonces preguntó Acab: ¿Quién comenzará la batalla? Y respondió: Tú.

    15. ¶Pasó revista entonces a los mancebos de los príncipes de las provincias, y fueron doscientos treinta y dos; y tras de ellos pasó revista a toda la gente, es decir, a todos los hijos de Israel, siete mil.

    16. E hicieron una salida al mediodía; y Ben-hadad estaba bebiendo y embriagándose en los pabellones, él y los reyes, los treinta y dos reyes que le ayudaban.

    17. Y los mancebos de los príncipes de las provincias salieron los primeros. Envió entonces Ben-hadad a saber; y le avisaron, diciendo: Unos hombres acaban de salir de Samaria.

    18. Y él dijo: Si en paz han salido, cogedlos vivos; o si en guerra han salido, vivos los habéis de coger.

    19. Salieron de la ciudad pues, los  mancebos de los príncipes de las provincias, y el ejército que los seguía;

    20. e hirieron cada uno su hombre; y huyeron los Siros, y persiguiólos Israel; y escapóse Ben-hadad rey de Siria en un caballo, con alguna caballería.

    21. Y salió el rey de Israel, e hirió a los caballos y los carros, haciendo en los Siros grande estrago.

    22. ¶De nuevo se llegó el profeta al rey de Israel, y le dijo: Anda, fortalécete;  y considera y ve lo que has de hacer; porque a la vuelta del año el rey de Siria va a subir contra ti.

    23. ¶En efecto, los siervos del rey de la Siria le dijeron: Dioses de la serranía son los dioses de ellos; por eso han podido más que nosotros: mas peleemos contra ellos en tierra llana, y de seguro que podremos más que ellos.

    24. Y esto es lo que has de hacer: Quita a los reyes cada uno de su puesto, y pon prefectos en lugar de ellos;

    25. y numera para ti otro ejército como el ejército que acabas de perder, caballo por caballo, y carro por carro: y pelearemos contra ellos en tierra llana; y de seguro que podremos más que ellos. Él pues escuchó su voz y lo hizo así.

    26. Y aconteció, a la vuelta del año, que Ben-hadad pasó revista a los Siros, y subió a Afec para pelear contra Israel.

    27. Los hijos de Israel también pasaron revista, y provistos de raciones, marcharon al encuentro de ellos; y acamparon los hijos de Israel al frente de ellos, como dos rebañuelos de cabras; mas los Siros llenaban el país.

    28. Llegándose entonces el varón de Dios, dijo al rey de Israel: Así dice Jehová: Por cuanto dicen los Siros: Dios de la serranía es Jehová, mas no es Dios de los valles, por lo mismo entregaré toda esta inmensa multitud en tu mano; y conoceréis que yo soy Jehová.

    29. ¶Y acamparon los unos al frente de los otros por espacio de siete días; y aconteció que al séptimo día se libró la batalla; y los hijos de Israel hirieron de los Siros en un día cien mil hombres de a pie.

    30. Y huyeron los restos a Afec, dentro de la ciudad, donde cayó el muro sobre veinte y siete mil hombres de los que habían quedado: Ben-hadad también huyó, y entrando en la ciudad, se escondió en un aposento que estaba dentro de otro aposento.

    31. Entonces le dijeron sus siervos: He aquí tenemos entendido de los reyes de la casa de Israel, que son reyes benignos. Rogámoste pues que nos pongamos sacos sobre los lomos, y sogas al cuello, y salgamos al rey de Israel; acaso te perdonará la vida.

    32. En efecto, se ciñeron sacos sobre los lomos, y se pusieron sogas al cuello, y presentándose así al rey de Israel, dijeron: Tu siervo Ben-hadad dice: ¡Ruégote me perdones la vida! A lo que respondió: ¿Acaso vive todavía? hermano mío es.

    33. Y los hombres lo tomaron por de buen agüero, y se apresuraron a cerciorarse de si eso fué dicho de propósito. Dijeron pues: ¡Tu hermano Ben-hadad! Y él dijo: Id, traedle. Ben-hadad pues salió a él; y él le hizo subir consigo en el carro.

    34. Entonces Ben-hadad le dijo: Las ciudades que quitó mi padre a tu padre, te las restituiré; y tú harás para ti en Damasco calles de casas derribadas, lo mismo que hizo mi padre en Samaria. Y yo, respondió Acab, con este pacto te enviaré libre. Hizo pues pacto con él, y le dejó ir.

    35. ¶Dijo entonces uno de los hijos de los profetas a su compañero: Por mandato de Jehová, yo te ruego que me hieras. Mas se negó aquel hombre a herirle.

    36. Y él le dijo: Por cuanto no obedeciste la voz de Jehová, luego que te apartes de mí te herirá a ti un león. Y apartándose de él, le halló un león y le hirió.

    37. En seguida halló a otro hombre, y le dijo: Ruégote que me hieras: y le hirió el hombre, hiriéndole y estropeándole.

    38. Se fué pues el profeta, y se puso junto al camino, a esperar al rey, disfrazado con una venda sobre los ojos.

    39. Y cuando el rey iba pasando, él dió voces al rey, y le dijo: Tu siervo salió a pelear en medio de la batalla: y he aquí que desviándose un hombre hacia mí, me trajo un prisionero, diciendo: Guarda a este hombre: si de cualquiera manera llegare a escaparse, tu vida responderá por su vida, o pagarás un talento de plata.

    40. Y aconteció que estando tu siervo ocupado en esta y en esotra parte, he aquí que el prisionero no parecía. A lo que le dijo el rey de Israel: Tal es tu sentencia; tú mismo lo has decidido.

    41. Entonces él quitó apresuradamente la venda de sus ojos; y conoció el rey de Israel que era uno de los profetas.

    42. Y éste le dijo: Así dice Jehová: Por cuanto dejaste salir de tu mano al hombre que yo había señalado para total destrucción, responderá tu vida por su vida, y tu pueblo por su pueblo.

    43. Por lo cual se fué el rey de Israel a su casa adusto y enojado; y así entró en Samaria.