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miércoles, julio 17, 2024
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    1 Reyes 3 - Version Moderna (1929)

    Salomón se casa con la hija de Faraón

    1. ENTONCES Salomón contrajo afinidad con Faraón rey de Egipto; pues tomó por mujer a la hija de Faraón y la trajo a la ciudad de David, mientras acababa de edificar su propia casa, y la Casa de Jehová, y el muro de Jerusalem en derredor.

    2. El pueblo empero continuaba sacrificando en los altos; porque no se había edificado Casa al nombre de Jehová hasta aquellos días.

    Salomón pide sabiduría

    3. Y Salomón amaba a Jehová, andando en los estatutos de David su padre; solo que continuaba sacrificando y quemando incienso en los altos.

    4. ¶Y el rey fue a Gabaón para ofrecer sacrificios allí; porque era éste el alto más principal: mil holocaustos ofreció Salomón sobre aquel altar.

    5. En Gabaón Jehová apareció a Salomón en sueños de la noche; y le dijo Dios: Pide lo que te he de dar.

    6. A lo que respondió Salomón: Tú has hecho para con tu siervo David, mi padre, gran merced, así como él anduvo delante de tu rostro con fidelidad y en justicia, y en rectitud de corazón para contigo; y le has guardado esta gran merced de darle un hijo que se siente sobre su trono, como parece hoy.

    7. Ahora pues, oh Jehová, Dios mío, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre; y yo soy un niño pequeño, y no sé cómo me debo conducir.

    8. Y con todo tu siervo está en medio de tu pueblo que has escogido, pueblo grande, que no se puede numerar ni contar por la muchedumbre de él.

    9. Da pues a tu siervo un corazón inteligente, para juzgar a tu pueblo, para poder distinguir entre el bien y el mal; porque ¿quién es capaz de juzgar este tu pueblo tan grande?

    10. Y esta petición agradó al Señor, por haber pedido Salomón semejante cosa.

    11. De manera, que le dijo Dios: Por cuanto has pedido esto, y no pediste para ti mismo larga vida, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la muerte de tus enemigos; sino que has pedido para ti mismo inteligencia para entender juicio;

    12. he aquí que hago según tu palabra; he aquí que te doy un corazón tan sabio y entendido, que no haya habido otro como tú antes de ti, ni después de ti se levantará tu igual.

    13. Y además, lo que no pediste te lo doy, así riqueza como gloria, tales, que no haya entre los reyes ninguno como tú en todos tus días.

    14. Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis leyes, así como anduvo David tu padre, entonces prolongaré tus días.

    15. Y despertó Salomón; y he aquí que era un sueño. En seguida regresó a Jerusalem, y se presentó delante del Arca del Pacto del Señor; y ofreció holocaustos, y sacrificó ofrendas pacíficas; e hizo banquete para todos sus siervos.

    Sabiduría y prosperidad de Salomón

    16. ¶Vinieron entonces al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.

    17. Y dijo la una mujer: ¡Óyeme, señor mío! Yo y esta mujer habitamos en una misma casa; y dí a luz un niño, con ella en la casa.

    18. Y aconteció que al tercer día después de mi parto, esta mujer también dió a luz: y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba con nosotras en casa, sino que tan sólo nosotras dos estábamos en la casa.

    19. Y murió el niño de esta mujer una noche, por haberse ella recostado sobre él.

    20. Por lo cual se levantó ella a media noche, y quitó mi niño de junto a mi lado, estando dormida tu sierva, y se le puso en su mismo seno, en tanto que a su hijo muerto le puso en mi seno.

    21. Y cuando me levanté por la mañana a dar el pecho a mi hijo, ¡he aquí que estaba muerto! Mas cuando yo le consideré bien, por la mañana, he aquí que no era mi hijo que yo había dado a luz.

    22. A lo que respondió la otra mujer: ¡No, sino que mi hijo es el vivo, y tu hijo el muerto! mientras que aquélla decía: ¡No, sino que tu hijo es el muerto, y mi hijo el vivo! De esta suerte, pues, altercaban ellas delante del rey.

    23. Entonces dijo el rey: Ésta dice: Mi hijo es el vivo, y tu hijo el muerto; y aquélla dice: No, sino que tu hijo es el muerto, y mi hijo el vivo.

    24. Con lo cual dijo el rey: Traedme una espada: y trajeron la espada delante del rey.

    25. Luego dijo el rey: Partid al niño vivo en dos, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.

    26. En esto la mujer cuyo era el niño vivo, habló al rey, (porque ardían sus entrañas a causa de su hijo), y dijo: ¡Óyeme, señor mío! ¡Dadle a ella el niño vivo, y de ninguna manera le matéis! en tanto que aquella decía: ¡No ha de ser ni mío ni tuyo; sino partidle!

    27. Entonces respondió el rey y dijo: ¡Dad a aquélla el niño vivo! que de ninguna manera le habéis de matar; ella es su madre.

    28. Y oyó todo Israel el fallo que había dado el rey; y temieron todos delante de él: porque vieron que había en él sabiduría de Dios, para administrar justicia.