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jueves, julio 18, 2024
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    1 Samuel 26 - Biblia Septuaginta al Español

    David perdona la vida a Saúl en Zif

    1. Y vienen los zifitas, desde la seca(a) , a Saúl, a la Colina(b) , diciendo: «He aquí que David se esconde en la Colina-Haquilá, contra la faz del desierto.

    2. Y se levantó Saúl y descendió al desierto de Zif, y con él tres millares de varones, elegidos de Israel, a buscar a David en el desierto de Zif.

    3. Y acampó Saúl en la Colina-Haquilá, la contra la faz del desierto, sobre el camino; y David asentóse en el desierto y vio David que llega Saúl, tras de él, al desierto.

    4. Y envió David exploradores y conoció que llega Saúl preparado de Ceilá.

    5. Y se levantó David ocultamente; e introdúcese en el sitio donde dormía, allí, Saúl, y allí Abner, hijo de Ner, arquiestratego de él; y Saúl dormía en lampene(c) y el pueblo acampado en contorno de él.

    6. Y respondió(d) David y dijo a Aquimelec, el heteo, y a Abisaí, hijo de Sarvía, hermano de Joab, diciendo: «¿Quién ha de entrar conmigo a Saúl al campamento?» Y dijo Abisaí: «Yo entraré contigo.»

    7. Y entróse David y Abisaí por el pueblo de noche; y he aquí Saúl durmiendo sueño en lampene, y su lanza clavada en la tierra a su cabeza; y Abner y el pueblo de él dormía en contorno de él.

    8. Y dijo Abisaí a David: «Ha encerrado el Señor hoy a tu enemigo en tus manos; y ahora le percutiré con la lanza contra la tierra de una vez y no le reiteraré.

    9. Y dijo David a Abisaí: «No le humilles, pues ¿quién pondrá su mano en ungido del Señor y será inocente?»

    10. Y dijo David: «¡Vive el Señor! Si el Señor no le hiriere, o su día llegare y muriere; o a guerra descendiere y fuere puesto en ella;

    11. de ningún modo, a mí, del Señor me está permitido poner mi mano sobre el ungido del Señor; y ahora toma ya la lanza de su cabecera y la redoma del agua; y vámonos nosotros solos.»

    12. Y tomó David la lanza y la redoma del agua, de la cabecera de él y fuéronse solos; y no había quien mirara, y no había quien conociera; y no había quién despertara; todos dormidos; pues el letargo del Señor había caído sobre ellos.

    13. Y pasó David hasta allende; y paróse sobre la cumbre del monte lejos; y mucho, el camino en medio de ellos.

    14. Y llamó David a sí al pueblo, y a Abner habló diciendo: «¿No responderá Abner?» Y Abner respondió y dijo: «¿Quién eres tú que clamas al rey?»

    15. Y dijo David a Abner: «¿No, varón tú? Y, ¿quién como tú en Israel? Y, ¿por qué no guardas a tu señor, al rey? Que ha entrado uno del pueblo a perder a tu señor: al rey.

    16. Y no es buena esta palabra que has hecho: ¡Vive el Señor! que hijos de matanza vosotros que no guardáis al rey, a vuestro señor, al ungido del Señor; y ahora ve ya la lanza del rey y la redoma del agua, ¿dónde están las a la cabeza de él?»

    17. Y conoció Saúl la voz de David dijo: «¿Tu voz, esta, hijo David?» Y dijo David: «Siervo tuyo, señor rey.»

    18. Y dijo: «¿Por qué esto: persigue el señor a su siervo? Pues, ¿qué he pecado? Y, ¿cuál se ha hallado, en mí, iniquidad?

    19. Y ahora, escuche ya mi señor el rey la palabra de su siervo: si Dios te lanza sobre mí, trascienda tu hostia; y, si hijos de hombres, malditos éstos ante la faz del Señor, pues me han arrojado hoy para que no me afiance en heredad del Señor, diciendo: «Vete, sirve a dioses otros(e) .

    20. Y ahora, no caiga mi sangre sobre la tierra frente a frente de la faz del Señor; pues ha salido el rey de Israel a buscar mi alma(f) como persigue el búho en los montes.»

    21. Y dijo Saúl: «He pecado, vuelve, hijo David; pues mal no te haré ya por esto: por ser preciosa mi alma en tus ojos; y en este día he desatinado, y desconocido cosas muchas sobre modo.»

    22. Y respondió David, y dijo: «He aquí la lanza del rey; pase uno de sus soldados y tómela.

    23. Y el Señor vuelva a cada uno según las justicias de él y la fe de él; como te ha entregado el Señor hoy en mis manos; y no he querido poner mi mano sobre el ungido del Señor.

    24. Y he aquí, según que se ha engrandecido(g) tu alma hoy en día en mis ojos; así sea engrandecida mi alma a faz del Señor, y cúbrame y sálveme de toda tribulación.»

    25. Y dijo Saúl a David: «Bendito tú, hijo, y haciendo harás y poderoso podrás.» Y retiróse David a su camino; y Saúl volvió a su lugar.