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sábado, agosto 17, 2024
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    Hechos 8 - Biblia Septuaginta al Español

    Saulo persigue a la iglesia

    1. Y Saulo estaba complaciéndose en el arrebatamiento de él. Y hubo en aquel día persecución grande contra la iglesia, la de Jerusalén; y todos dispersáronse por las regiones de Judea y Samaria, fuera de los apóstoles.

    2. Y juntos alzaron a Esteban, varones timoratos, e hicieron llanto grande sobre él.

    3. Y Saulo mancillaba(a) la iglesia, por las casas entrando y arrastrando hombres y mujeres entregaba a custodia.

    Predicación del evangelio en Samaria

    4. Ellos, pues, ya dispersos, discurrieron, evangelizando la palabra;

    5. y Felipe, descendiendo a la ciudad de la Samaria, predicábales al Cristo.

    6. Y atendían las turbas a lo que decía Felipe, unánimemente a oír ellos y mirar las señales que hacía;

    7. pues muchos de los que tenían espíritus inmundos —gritando con voz grande, salían; y muchos paralíticos y cojos eran curados;

    8. y hubo mucho gozo en aquella ciudad.

    9. Y cierto varón por nombre Simón había antes estado en la ciudad hechizando, y arrobando a la gente de la Samaria, diciendo ser alguno él grande;

    10. al que atendían todos, de pequeño a grande, diciendo: «Esta es la fuerza de Dios la que se llama grande»;

    11. y atendíanle, por haber bastante tiempo con las magias arrobádoles.

    12. Mas, cuando creyeron a Felipe evangelizando acerca del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, bautizábanse, y hombres y mujeres.

    13. Y Simón también él mismo creyó, y, bautizado, estaba perseverando con Felipe; y, viendo señales, y fuerzas grandes haciéndose arrobábase.

    14. Y, oyendo los en Jerusalén apóstoles que ha recibido la Samaria la palabra de Dios, enviaron a ellos a Pedro y Juan;

    15. los cuales, descendiendo, oraron por ellos que recibiesen Espíritu Santo;

    16. pues aún no había sobre ninguno de ellos caído; y sólo bautizados estaban en el nombre del Señor Jesús.

    17. Entonces, imponían las manos sobre ellos, y recibían Espíritu Santo.

    18. Y, viendo Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles es dado el Espíritu, trajo a ellos dinero,

    19. diciendo: «Dad también a mí esta potestad de que, a quien impusiere yo las manos reciba Espíritu Santo».

    20. Y Pedro dijo a él: «Tu plata contigo sea en perdición porque el don de Dios has pensado por dinero adquirir.

    21. No hay para ti parte ni herencia en esta palabra; que tu corazón no es recto delante de Dios.

    22. Arrepiéntete, pues, de ésta tu maldad; y ruega al Señor, si por ventura se te perdonará este pensamiento de tu corazón;

    23. pues en hiel de amargura(b) y atadura de iniquidad véote estar».

    24. Y respondiendo Simón dijo: «Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada venga sobre mí de lo que habéis dicho».

    25. Ellos, pues, ya habiendo testificado y hablado la palabra del Señor, retornaron a Jerusalén; y muchas aldeas de los samaritanos evangelizaban.

    Felipe y el etíope

    26. Y un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: «Levántate y vete hacia el mediodía(c) a la vía, la que baja de Jerusalén a Gaza»; ésta es: desierta(d) .

    27. Y, levantándose fuese. Y he aquí un varón etíope, eunuco poderoso de Candace(e) , reina de etíopes; el que era sobre todo el tesoro de ella; el que había venido adorando a Jerusalén;

    28. y estaba retornando y sentado sobre su carro; y leía al profeta Isaías.

    29. Y dijo el Espíritu a Felipe: «Llégate y júntate a este carro».

    30. Y, corriendo allá Felipe, oyóle leyendo a Isaías, el profeta, y dijo: «Con que, ¿conoces lo que lees?»

    31. Y él dijo: «Pues ¿cómo he de poder, si alguno no me guiare?» Y rogó a Felipe que, subiendo se sentase con él.

    32. Y el paraje de la Escritura que leía, era éste: Is. 53,7. 8. Como oveja, a matanza fue llevado; y como cordero delante del que le trasquila, mudo así no abre su boca.

    33. En la humildad su juicio fue alzado(f) : su generación(g) ¿quién referirá? pues alzada es de la tierra su vida.

    34. Y, respondiendo el eunuco a Felipe dijo: «Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí mismo o de otro alguno?»

    35. Y, abriendo Felipe su boca, y empezando de esta Escritura, evangelizóle a Jesús.

    36. Y como iban por el camino, llegaron a un agua, y dijo el eunuco: «He aquí agua: ¿qué impide sea yo bautizado?»

    37. (Y dijo Felipe: «Si crees de todo el corazón, lícito es». Y, respondiendo dijo: «Creo que el Hijo de Dios es Jesucristo».)

    38. Y mandó parar el carro; bajaron ambos al agua, y Felipe y el eunuco, y bautizóle.

    39. Y, cuando subieron del agua, Espíritu del Señor llevóse a Felipe, y no le vio ya no, el eunuco; pues iba por su camino gozándose.

    40. Y Felipe hallóse por Azoto; y, atravesando, evangelizaba las ciudades todas, hasta venir él a Cesarea.