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    Génesis 27 - Nueva Versión Internacional 1999

    Jacob obtiene la bendición de Isaac

    1. Isaac había llegado a viejo y se había quedado ciego. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor. -¡Hijo mío! -le dijo. -Aquí estoy -le contestó Esaú.

    2. -Como te darás cuenta, ya estoy muy viejo y en cualquier momento puedo morirme.

    3. Toma, pues, tus armas, tu arco y tus flechas, y ve al campo a cazarme algún animal.

    4. Prepárame luego un buen guiso, como a mí me gusta, y tráemelo para que me lo coma. Entonces te bendeciré antes de que muera.

    5. Como Rebeca había estado escuchando mientras Isaac le hablaba a su hijo Esaú, en cuanto éste se fue al campo a cazar un animal para su padre,

    6. ella le dijo a su hijo Jacob: -Según acabo de escuchar, tu padre le ha pedido a tu hermano Esaú

    7. que cace un animal y se lo traiga para hacerle un guiso como a él le gusta. También le ha prometido que antes de morirse lo va a bendecir, poniendo al Señor como testigo.

    8. Ahora bien, hijo mío, escúchame bien, y haz lo que te mando.

    9. Ve al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos, para que yo le prepare a tu padre un guiso como a él le gusta.

    10. Tú se lo llevarás para que se lo coma, y así él te dará su bendición antes de morirse.

    11. Pero Jacob le dijo a su madre: -Hay un problema: mi hermano Esaú es muy velludo, y yo soy lampiño.

    12. Si mi padre me toca, se dará cuenta de que quiero engañarlo, y esto hará que me maldiga en vez de bendecirme.

    13. -Hijo mío, ¡que esa maldición caiga sobre mí! -le contestó su madre-. Tan sólo haz lo que te pido, y ve a buscarme esos cabritos.

    14. Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó el guiso tal como le gustaba a su padre.

    15. Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob.

    16. Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello,

    17. y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado.

    18. Jacob se presentó ante su padre y le dijo: -¡Padre! -Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? -preguntó Isaac.

    19. -Soy Esaú, tu primogénito -le contestó Jacob-. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siéntate a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición.

    20. Pero Isaac le preguntó a su hijo: -¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío? -El Señor tu Dios me ayudó -respondió Jacob.

    21. Isaac le dijo: -Acércate, hijo mío, para que pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú.

    22. Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo: -La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú.

    23. Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo

    24. cuando volvió a preguntarle: -¿En serio eres mi hijo Esaú? -Claro que sí -respondió Jacob.

    25. Entonces su padre le dijo: -Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición. Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió.

    26. Luego le dijo su padre: -Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso.

    27. Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo bendijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por el Señor.

    28. Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia.

    29. Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga.»

    30. No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y éste de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar.

    31. También él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo: -Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición.

    32. Pero Isaac lo interrumpió: -¿Quién eres tú? -Soy Esaú, tu hijo primogénito -respondió.

    33. Isaac comenzó a temblar y, muy sobresaltado, dijo: -¿Quién fue el que ya me trajo lo que había cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará.

    34. Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo: -¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas!

    35. Pero Isaac le respondió: -Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía.

    36. -¡Con toda razón le pusieron Jacob![i] -replicó Esaú-. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí?

    37. Isaac le respondió: -Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío?

    38. Pero Esaú insistió: -¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí! Y se echó a llorar.

    39. Entonces su padre le dijo: «Vivirás lejos de las riquezas de la tierra, lejos del rocío que cae del cielo.

    40. Gracias a tu espada, vivirás y servirás a tu hermano. Pero cuando te impacientes, te librarás de su opresión.»

    Jacob huye de Esaú

    41. Jacob huye de Esaú A partir de ese momento, Esaú guardó un profundo rencor hacia su hermano por causa de la bendición que le había dado su padre, y pensaba: «Ya falta poco para que hagamos duelo por mi padre; después de eso, mataré a mi hermano Jacob.»

    42. Cuando Rebeca se enteró de lo que estaba pensando Esaú, mandó llamar a Jacob, y le dijo: -Mira, tu hermano Esaú está planeando matarte para vengarse de ti.

    43. Por eso, hijo mío, obedéceme: Prepárate y huye en seguida a Jarán, a la casa de mi hermano Labán,

    44. y quédate con él por un tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano.

    45. Cuando ya se haya tranquilizado, y olvide lo que le has hecho, yo enviaré a buscarte. ¿Por qué voy a perder a mis dos hijos en un solo día?

    46. Luego Rebeca le dijo a Isaac: -Estas mujeres hititas me tienen harta. Me han quitado las ganas de vivir. Si Jacob se llega a casar con una de las hititas que viven en este país, ¡más me valdría morir!