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    Mateo 27 - Nueva Versión Internacional 1999

    Jesús ante Pilato

    1. Judas se ahorca Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús.

    2. Lo ataron, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.

    Muerte de Judas

    3. Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

    4. -He pecado -les dijo-porque he entregado sangre inocente. -¿Y eso a nosotros qué nos importa? -respondieron-. ¡Allá tú!

    5. Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.

    6. Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es precio de sangre.»

    7. Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros.

    8. Por eso se le ha llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy.

    9. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel le había fijado,

    10. y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.»[n]

    Pilato interroga a Jesús

    11. Jesús ante Pilato 27:11-26-Mr 15:12-15; Lc 23:2-3, 18-25; Jn 18:29-19:16 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó: -¿Eres tú el rey de los judíos? -Tú lo dices -respondió Jesús.

    12. Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.

    13. -¿No oyes lo que declaran contra ti? -le dijo Pilato.

    14. Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.

    Jesús sentenciado a muerte

    15. Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera.

    16. Tenían un preso famoso llamado Barrabás.

    17. 17-18 Así que cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia,

    18. les preguntó: -¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?

    19. Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño.»

    20. Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.

    21. -¿A cuál de los dos quieren que les suelte? -preguntó el gobernador. -A Barrabás.

    22. -¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo? -¡Crucifícalo! -respondieron todos.

    23. -¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido? Pero ellos gritaban aún más fuerte: -¡Crucifícalo!

    24. Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. -Soy inocente de la sangre de este hombre -dijo-. ¡Allá ustedes!

    25. -¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! -contestó todo el pueblo.

    26. Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.

    27. Los soldados se burlan de Jesús 27:27-31-Mr 15:16-20 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio[ñ] y reunieron a toda la tropa alrededor de él.

    28. Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color escarlata.

    29. Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una caña. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: -¡Salve, rey de los judíos!

    30. Y le escupían, y con la caña le golpeaban la cabeza.

    31. Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.

    Crucifixión y muerte de Jesús

    32. La crucifixión 27:33-44-Mr 15:22-32; Lc 23:33-43; Jn 19:17-24 Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz.

    33. Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»).

    34. Allí le dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, se negó a beberlo.

    35. Lo crucificaron y repartieron su ropa echando suertes.[o]

    36. Y se sentaron a vigilarlo.

    37. Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos.»

    38. Con él crucificaron a dos bandidos,[p] uno a su derecha y otro a su izquierda.

    39. Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:

    40. -Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz!

    41. De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la ley y los ancianos.

    42. -Salvó a otros -decían-, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él.

    43. Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?

    44. Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.

    45. Muerte de Jesús 27:45-56-Mr 15:31-41; Lc 23:44-49 Desde el mediodía y hasta la media tarde[q] toda la tierra quedó en oscuridad.

    46. Como a las tres de la tarde,[r] Jesús gritó con fuerza: -Elí, Elí,[s] ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).[t]

    47. Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron: -Está llamando a Elías.

    48. Al instante uno de ellos corrió en busca de una esponja. La empapó en vinagre, la puso en una caña y se la ofreció a Jesús para que bebiera.

    49. Los demás decían: -Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.

    50. Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu.

    51. En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.

    52. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron.

    53. Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.

    54. Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron: -¡Verdaderamente éste era el Hijo[u] de Dios!

    55. Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.

    56. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

    Jesús es sepultado

    57. Sepultura de Jesús 27:57-61-Mr 15:42-47; Lc 23:50-56; Jn 19:38-42 Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús.

    58. Se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús, y Pilato ordenó que se lo dieran.

    59. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia

    60. y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, y se fue.

    61. Allí estaban, sentadas frente al sepulcro, María Magdalena y la otra María.

    La guardia ante la tumba

    62. La guardia ante el sepulcro Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.

    63. -Señor -le dijeron-, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré.”

    64. Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.

    65. -Llévense una guardia de soldados -les ordenó Pilato-, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.

    66. Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron puesta la guardia.