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miércoles, julio 17, 2024
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    Hechos 2 - Reina Valera 1862

    La venida del Espíritu Santo

    1. Y CUANDO hubo venido cum- plidamente el día de Pentecóstes, estaban todos unánimes en un mismo lugar.

    2. Y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento vehemente que venía con ímpetu, el cual hinchió toda la casa donde estaban sentados.

    3. Y les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, y se asentó sobre cada uno de ellos.

    4. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.

    5. (Moraban entónces en Jerusalem Judíos, varones religiosos de todas las naciones que están debajo del cielo.)

    6. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar su propia lengua.

    7. Y estaban todos atónitos y maravillados, diciendo los unos a los otros: He aquí, ¿no son Galileos todos estos que hablan?

    8. ¿Cómo, pues, los oimos nosotros hablar cada uno en su lengua en que somos nacidos?

    9. Partos, y Medos, y Elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, y en Capadocia, en el Ponto, y en Asia,

    10. En Frigia, y en Pamfilia, en Egipto, y en las partes de Libia que están de la otra parte de Cirene, y extranjeros de Roma, Judíos, y prosélitos,

    11. Cretenses, y Arabes: los oimos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

    12. Y estaban todos atónitos y en duda, diciendo los unos a los otros: ¿Qué quiere ser esto?

    13. Mas otros burlándose, decían: Estos están llenos de mosto.

    Primer discurso de Pedro

    14. Entónces Pedro poniéndose en pié con los once, alzó su voz, y les habló, diciendo: Varones de Judea, y todos los que habitáis en Jerusalem, esto os sea notorio, y prestád oidos a mis palabras;

    15. Porque estos no están borrachos, como vosotros pensáis, siendo solamente la hora de tercia del día.

    16. Mas esto es lo que fué dicho por el profeta Joel:

    17. Y será en los postreros dias, (dice Dios,) que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos, y vuestras hijas profetizarán, y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños.

    18. Y de cierto sobre mis siervos, y sobre mis criadas en aquellos dias derramaré de mi Espíritu; y profetizarán.

    19. Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre, y fuego, y vapor de humo.

    20. El sol se volverá en tinieblas, y la luna en sangre, ántes que venga el día del Señor grande e ilustre.

    21. Y acontecerá, que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

    22. Varones Israelitas, oid estas palabras: Jesús el Nazareno, varón aprobado de Dios entre vosotros en maravillas, y prodigios, y señales que Dios hizo por él en medio de vosotros, como también vosotros sabéis:

    23. A éste, entregado por determinado consejo y providencia de Dios, tomándole vosotros, le matasteis por manos inicuas, crucificándole.

    24. Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte; por cuanto era imposible ser detenido de ella.

    25. Porque David dice de él: Yo veía al Señor siempre delante de mí; porque le tengo a mi diestra, no seré movido:

    26. Por lo cual mi corazón se alegró, y mi lengua se regocijó, y aun mi carne descansará en esperanza:

    27. Que no dejarás mi alma en el infierno, ni permitirás que tu Santo vea corrupción.

    28. Me hiciste conocer los caminos de la vida: henchirme has de gozo con tu presencia.

    29. Varones y hermanos, se os puede libremente decir del patriarca David, que murió, y fué sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.

    30. Así que siendo profeta, y sabiendo que con juramento le había Dios jurado, que del fruto de sus lomos en cuanto a la carne, le levantaría el Cristo, que se asentase sobre su trono:

    31. Viendo esto ántes, habló de la resurrección del Cristo, que su alma no haya sido dejada en el infierno, ni su carne haya visto corrupción.

    32. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

    33. Así que ensalzado por la diestra de Dios, y recibiendo del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros ahora veis y oís.

    34. Porque David no ha subido a los cielos; empero él dice: Dijo el Señor a mi Señor, asiéntate a mi diestra,

    35. Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus piés.

    36. Sepa pues certísimamente toda la casa de Israel, que a éste ha hecho Dios Señor y Cristo, a este Jesús que vosotros crucificasteis.

    37. Y oidas estas cosas, fueron compungidos de corazón, y dijeron a Pedro, y a los otros apóstoles: Varones y hermanos, ¿qué haremos?

    38. Entónces Pedro les dijo: Arrepentíos, y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesu Cristo para remisión de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

    39. Porque a vosotros es hecha la promesa, y a vuestros hijos, y a todos los que están léjos: a cualesquiera que el Señor nuestro Dios llamare.

    40. Y con otras muchas palabras testificaba, y los exhortaba, diciendo: Salváos de esta perversa generación.

    41. Entónces los que recibieron con gusto su palabra fueron bautizados; y fueron añadidas a la iglesia aquel día como tres mil almas.

    42. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunión, y en el rompimiento del pan, y en las oraciones.

    La vida de los primeros cristianos

    43. Y toda alma tenía temor; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.

    44. Y todos los que creían estaban juntos; y tenían todas las cosas comunes.

    45. Y vendían las posesiones y las haciendas, y las repartían a todos, como cada uno había menester.

    46. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y rompiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y con sencillez de corazón,

    47. Alabando a Dios, y teniendo favor cerca de todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.