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    Juan 8 - Reina Valera 1862

    1. Y JESÚS se fué al monte de las Olivas.

    2. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él los enseñaba.

    3. Entónces los escribas y los Fariseos traen a él una mujer tomada en adulterio; y poniéndola en medio,

    4. Dícenle: Maestro, esta mujer ha sido tomada en el mismo hecho adulterando.

    5. Y en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales: ¿Tú, pues, qué dices?

    6. Mas esto decían tentándole, para poderle acusar; empero Jesús bajado hacia abajo escribía en tierra con el dedo.

    7. Y como perseverasen preguntándole, enderezóse, y les dijo: El que de vosotros es sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero.

    8. Y volviéndose a bajar hacia abajo, escribía en tierra.

    9. Oyendo pues ellos esto, redargüidos de la conciencia, salíanse uno a uno, comenzando desde los más viejos, hasta los postreros, y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.

    10. Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie más que a la mujer, le dijo: ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿ninguno te ha condenado?

    11. Y ella dijo: Señor, ninguno. Entónces Jesús le dijo: Ni yo te condeno: véte, y no peques más.

    Jesús, la luz del mundo

    12. Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas; mas tendrá la luz de vida.

    13. Entónces los Fariseos le dijeron: Tú de tí mismo das testimonio: tu testimonio no es verdadero.

    14. Respondió Jesús, y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero; porque sé de donde he venido, y a donde voy; mas vosotros no sabéis de donde vengo, y a donde voy.

    15. Vosotros según la carne juzgáis; mas yo no juzgo a nadie.

    16. Mas si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy solo, sino yo, y el Padre que me envió.

    17. Y en vuestra ley está escrito, que el testimonio de dos hombres es verdadero.

    18. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y da testimonio de mí el Padre que me envió.

    19. Entónces le decían: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre. Si a mí me conocieseis, a mi Padre también conoceríais.

    20. Estas palabras habló Jesús en el tesoro, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aun no había venido su hora.

    A donde yo voy, vosotros no podéis venir

    21. Y díjoles otra vez Jesús: Yo voy, y me buscaréis, y en vuestro pecado moriréis: a donde yo voy, vosotros no podéis venir.

    22. Decían entónces los Judíos: ¿Se ha de matar a sí mismo? porque dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir.

    23. Y les decía: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.

    24. Por eso os dije, que moriríais en vuestros pecados; porque si no creyereis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.

    25. Y decíanle: ¿Tú, quién eres? Entónces Jesús les dijo: El que al principio también os he dicho.

    26. Muchas cosas tengo que decir, y que juzgar de vosotros; mas el que me envió, es verdadero; y yo lo que he oido de él, esto hablo en el mundo.

    27. Mas no entendieron que él les hablaba del Padre.

    28. Díjoles pues Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entónces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre mío me enseño, esto hablo.

    29. Y el que me envió, conmigo está: no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre.

    30. Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

    La verdad os hará libres

    31. Entónces decía Jesús a los Judíos que le habían creido: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

    32. Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

    33. Y respondiéronle: Simiente de Abraham somos, y jamás servimos a nadie: ¿cómo dices tú: Seréis hechos libres?

    34. Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, es siervo del pecado.

    35. Y el siervo no queda en casa para siempre; mas el Hijo queda para siempre.

    36. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

    37. Yo sé que sois simiente de Abraham; mas procuráis matarme, porque mi palabra no cabe en vosotros.

    38. Yo, lo que he visto con mi Padre, hablo; y vosotros lo que habéis visto con vuestro padre, hacéis.

    Sois de vuestro padre el diablo

    39. Respondieron, y dijéronle: Nuestro padre es Abraham. Díceles Jesús: Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham, haríais.

    40. Empero ahora procuráis de matarme, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oido de Dios: no hizo esto Abraham.

    41. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Dijéronle pues: Nosotros no somos nacidos de fornicación: un solo Padre tenemos, que es Dios.

    42. Jesús entónces les dijo: Si vuestro Padre fuera Dios, ciertamente me amaríais a mí; porque yo de Dios he salido, y he venido; que no he venido de mí mismo, mas él me envió.

    43. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? es porque no podéis oir mi palabra.

    44. Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir: él homicida ha sido desde el principio; y no permaneció en la verdad; porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.

    45. Y porque yo os digo la verdad, no me creeis.

    46. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creeis?

    47. El que es de Dios, las palabras de Dios oye: las cuales por tanto no oís vosotros, porque no sois de Dios.

    La preexistencia de Cristo

    48. Respondieron entónces los Judíos, y dijéronle: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres Samaritano, y que tienes demonio?

    49. Respondió Jesús: Yo no tengo demonio; ántes honro a mi Padre, y vosotros me habéis, deshonrado.

    50. Y yo no busco mi gloria: hay quien la busque, y juzgue.

    51. De cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi palabra, no verá muerte para siempre.

    52. Entónces los Judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio: Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guardare mi palabra, no gustará muerte para siempre.

    53. ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? y los profetas murieron: ¿quién te haces a tí mismo?

    54. Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada: mi Padre es el que me glorifica: el que vosotros decís, que es vuestro Dios.

    55. Mas no le conocéis: yo empero le conozco; y si dijere que no le conozco, seré como vosotros, mentiroso; mas le conozco, y guardo su palabra.

    56. Abraham vuestro padre se regocijó por ver mi día; y lo vió, y se regocijó.

    57. Dijéronle entónces los Judíos: Aun no tienes cincuenta años; y has visto a Abraham?

    58. Díjoles Jesús: De cierto, de cierto os digó, ántes que Abraham fuese, yo soy.

    59. Tomaron entónces piedras para arrojarle; mas Jesús se encubrió, y se salió del templo, pasando por medio de ellos, y así pasó.