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miércoles, julio 17, 2024
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    Mateo 25 - Reina Valera 1862

    Parábola de las diez vírgenes

    1. ENTÓNCES el reino de los cie- los será semejante a diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.

    2. Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco insensatas.

    3. Las que eran insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron aceite consigo.

    4. Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas.

    5. Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron.

    6. Y a la media noche fué oido un clamor, que decía: He aquí, el esposo viene, salíd a recibirle.

    7. Entónces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron sus lámparas.

    8. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dádnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.

    9. Mas las prudentes respondieron, diciendo: Porque no nos falte a nosotras y a vosotras, id ántes a los que venden, y comprád para vosotras.

    10. E idas ellas a comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

    11. Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos.

    12. Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

    13. Velád pues, porque no sabéis el día ni la hora, en la cual el Hijo del hombre ha de venir.

    Parábola de los talentos

    14. Porque el reino de los cielos es como un hombre que partiéndose léjos, llamó a sus siervos, y les entregó sus bienes.

    15. Y a éste dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno; a cada uno conforme a su facultad, y se partió luego léjos.

    16. Y partido él, el que había recibido cinco talentos, grangeó con ellos, e hizo otros cinco talentos.

    17. Semejantemente también el que había recibidos dos, ganó también él otros dos.

    18. Mas el que había recibido uno, fué, y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

    19. Y después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, e hizo cuentas con ellos.

    20. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; he aquí, otros cinco talentos he ganado con ellos.

    21. Y su señor le dijo: Bien está, buen siervo y fiel: sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.

    22. Y llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; he aquí, otros dos talentos he ganado sobre ellos.

    23. Su señor le dijo: Bien está, buen siervo y fiel: sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.

    24. Y llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, yo te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y coges donde no derramaste:

    25. Por tanto tuve miedo, y fuí, y escondí tu talento en la tierra: he aquí, tienes lo que es tuyo.

    26. Y respondiendo su señor, le dijo: Mal siervo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que cojo donde no derramé.

    27. Por tanto te convenía dar mi dinero a los banqueros, y viniendo yo, recibiera lo que es mío con usura.

    28. Quitádle pues el talento, y dádlo al que tiene diez talentos.

    29. Porque a cualquiera que tuviere le será dado, y tendrá más; pero al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.

    30. Y al siervo inútil echádle en las tinieblas de afuera: allí será el llorar, y el crujir de dientes.

    El juicio de las naciones

    31. Cuando el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entónces se sentará sobre el trono de su gloria.

    32. Y serán juntadas delante de él todas las naciones, y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos;

    33. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda.

    34. Entónces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Veníd, benditos de mi Padre, poseéd el reino aparejado para vosotros desde la fundación del mundo;

    35. Porque tuve hambre, y me disteis de comer: tuve sed, y me disteis de beber: fuí extranjero, y me recogisteis:

    36. Desnudo, y me cubristeis: enfermo, y me visitasteis: estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.

    37. Entónces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentámos? ¿o sediento, y te dimos de beber?

    38. ¿Cuando te vimos extranjero, y te recogimos? ¿o desnudo, y te cubrímos?

    39. ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a tí?

    40. Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo, que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.

    41. Entónces dirá también a los que estarán a la izquierda: Idos de mí, malditos, al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y sus ángeles;

    42. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer: tuve sed, y no me disteis de beber:

    43. Fuí extranjero, y no me recogisteis: desnudo, y no me cubristeis: enfermo, y en la cárcel estuve, y no me visitasteis.

    44. Entónces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servímos?

    45. Entónces les responderá, diciendo: De cierto os digo, que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis.

    46. E irán estos al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna.